A las lejanías de Masachusset, en un pueblo llamado Concordia, existía una familia conformada por cinco hermanas: Anne, Meg, Jo, Amy & Beth, además de un hermano por elección, su vecino, Theodore "Laurie" Laurence, quien como un gesto de agradecimie...
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-¿Y dónde la conociste?- pregunto Eloise detrás de Benedict
Después de días de investigación, solo necesito de una frase dicha por Madame Delacroix para afirmar que ella era nada más y nada menos que Lady Whistledown en persona. Según Penelope, el estado de gestación de Marina era bien sabido por cada miembro del servicio de su familia y claro, los comerciantes que iban y venían para dejar provisiones mantenían una estrecha relación con ellos, la suficiente como para enterarse de aquel engaño.
-Por ahí
-¿En su negocio?- Benedict volteo a su lado izquierdo para encontrarse a Jo March igual de interesada
-¿Le dijiste?
-Es Jo- enfatizo- Obviamente
Benedict siempre supo que su hermana y Jo March tenían bastante en común, ambas lanzaban comentarios con palabras rimbombantes, ambas huían fervientemente de cualquier enlace matrimonial, pero ahora le parecía ridículo su parecido. El par, caminaba junto a él sosteniendo una libreta para anotar cualquier dato curioso y aunque el motivo no le era claro sabía que eso significaba problemas.
-¿No deberían estar en algún lugar preparándose para su primer baile?
Se burló del gesto de disgusto de ambas, al pertenecer a las familias organizadoras y tener la edad necesaria para debutar en sociedad, su presencia era estrictamente necesaria según Violet, quien estaba lo suficientemente emocionada como para escogerle a ambas sus atuendos para esa noche.
Atuendo que Jo March agradeció con una sonrisa fingida y procedió a criticar bajo la luz de la luna junto a la burlona mirada de los vizcondes.
El atuendo era todo lo que Jo odiaba, era ajustado de color pastel pero lo odio aún más cuando Violet la obligo a probárselo. Se miraba como una mujer. Una mujer que se encontraba ya lista para salir en sociedad, dejar los juegos de niños y embaucarse en el juego de la búsqueda matrimonial y casarse con alguien que fuera ridículamente rico como para alejarla para siempre de sus hermanas pero que además de rico fuera inculto y le prohibiera estrictamente seguir escribiendo otra cosa que no sean sus diarios y cuando llegara el momento, debería otorgarle un heredero y tener una vida llena de agonía.
