7. Peleas clandestinas I

82 11 2
                                    

La tarde ha caído en Wonderwall y el cielo se ha teñido de un naranja fuerte con pequeñas tonalidades rosadas

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

La tarde ha caído en Wonderwall y el cielo se ha teñido de un naranja fuerte con pequeñas tonalidades rosadas. En el horizonte se puede ver el sol esconderse, dándole unos últimos minutos de luz a la ciudad, y dejándome ver cómo a lo lejos un grupo de aves pasa, seguramente volviendo a casa. Y eso es justamente lo que yo más deseo ahora: Volver a casa.

—¿Ya has pensado en qué hacer?

Niego. —Los problemas con Collin me han robado todo mi tiempo. No puedo permitirme pensar más en él, al menos no por ahora —Anna hace un intento de querer hablar, pero no se lo permito—. Y entiendo el peligro, Anna, pero ni siquiera he pisado mi departamento más que la primera vez que entré.

Anna aparca su auto en el bloque O, y cuando ya ha apagado el motor del coche, se vuelve a mí.

—Tienes razón, estas últimas horas han sido una completa locura. Ni siquiera entiendo cómo se extendió tanto el tiempo.

—Estoy de acuerdo contigo. Empezaba a creer que el tiempo no pasaba —digo mientras abro la puerta del coche, dejando entrar la brisa fresca de la tarde—. Gracias por traerme. Te llamaré mañana después del desayuno.

—Está bien, pero por favor que sea después de las diez. Los domingos me gusta dormir bien.

—Está bien —rio antes de regalarle una última sonrisa a Anna, entonces termino por salir de su auto y cierro la puerta despacio para empezar a alejarme en dirección a mi piso con mi bulto en mano.

—Y cuídate mucho —grita la pelirrosa a mis espaldas. Yo me volteo en su dirección y alzo uno de mis pulgares en respuesta antes de girarme nuevamente y seguir con mi camino.

El sol termina de esconderse y entro a casa a tiempo para cuando dan las seis. Y como si estuviera esperando justo a que cerrara la puerta principal, mi teléfono suena.

—Hola, mamá —digo al descolgar.

—No soy mamá, pero hola a ti también, hermanita.

Suelto una carcajada mientras me tiro en el sofá de la vacía sala de mi piso. Necesito desempacar todo.

—Hola, Mark. ¿Qué tal todo en casa?

—Estamos todos bien, pero papá está enojado contigo.

—¿Ah sí? ¿Y por qué?

—Mamá, ¡Markus usa tu teléfono a escondidas! —Kasch delata a su hermano, haciendo que mi madre encuentre rápidamente al pequeño pelinegro.

—Markus, sal de debajo de la mesa, por favor —escucho a Markus pedirle disculpas a mi madre antes de que su voz empiece a perderse por la lejanía—. Y por favor, pide permiso antes de tomar mi teléfono —escucho a mamá regañar a Mark.

—Hola, mamá. Estoy aquí —anuncio mi existencia.

—Astrid, qué bueno que llamaste —ahora su voz se escucha con más claridad.

Perfecta atracciónWhere stories live. Discover now