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— Paulo Dybala y vos —
"Perdido"
Disfrutabas de la tarde, aprovechando el día para pasar tiempo con tu pequeña hija, Aylín, en un local de juegos para niños. Te encontrabas sentada, observando cómo tu hija jugaba en un castillo inflable con otros niños, cuando notaste que se le acercaba un niño con el que había estado la mayoría del tiempo.
Ambos niños jugaban y reían mientras disfrutaban de sus propios juegos. Sonreíste al ver la escena, contenta de que tu hija se divirtiera con otros niños. Después de un rato, cuando tu hija finalmente se bajó del castillo inflable porque se acabó el tiempo, notaste que ningún adulto se acercaba al pequeño que había estado jugando con ella momentos antes. El niño parecía no darse cuenta de la ausencia de un adulto, ya que estaba entretenido en una conversación sobre temas de niños con tu hija.
Decidiste acercarte para averiguar qué hacer con él, ya que tal vez no estaba solo y simplemente no lo habías notado. Te dirigiste primero a tu hija y le dijiste — Hola, princesa. Veo que hiciste un amiguito.— Sonreíste a ambos.
La pequeña Aylín respondió — Sí, mamá. Mira, él es Dante —, señalando al niño recién nombrado.
— Hola, Dante. Qué nombre tan bonito tenés —, elogiaste al niño, quien lucía muy tierno y lindo. — Soy la mamá de Aylín. — sonreiste para entrar en confianza — ¿Estás solo? —
— No, vine con mi papá —, respondió el pequeño de unos cinco años. — Pero me perdí cuando estábamos pasando por aquí —, explicó, como si recién se diera cuenta de que estaba perdido.
— ¡Ay, cielo! ¿Y te quedaste solito? — , te preocupaba que un niño tan pequeño estuviera solo por ahí.
— Sí, pero me cansé de esperar, así que me subí al castillo inflable —, continuó su relato de manera despreocupada.
— Entiendo, pero no podes andar solo —, le explicaste. — ¿Hace mucho que no ves a tu papá? —
— Hace un rato —, respondió de manera nerviosa de repente, como si estuviera ocultando algo.
— Bueno, mejor te ayudamos a buscar a tu papá —, sonreíste para tranquilizarlo.
— ¿Podemos llevarlo a casa? —, sugirió la pequeña Aylín con inocencia.
— Mi amor, no podemos hacer eso. Primero tenemos que encontrar a su papá—, le explicaste, besando su frente. —¿Cómo se llama tu papá? —, le preguntaste al niño.
— Paulo —, respondió el niño con orgullo. — Paulo Dybala —, pronunció casi como si fuera un logro.
El nombre te resultaba familiar, ¿dónde lo habías escuchado antes?. No estabas segura, tal vez solo te pareció conocido.
