Pasar la tarde con Dante fue más divertido de lo que creí.
Discutíamos por nada y nos reíamos de todo. Incluso lo patee donde la espalda pierde su nombre cuando creyó que era novata jugando Super Mario Kart.
Ingenuo.
Tengo un sobrino, que antes de aprender a gatear, aprendió a jugar video juegos junto a su adorable tía. Y como era típico de un niño, él siempre elegía a Mario y me obligaba a elegir a Yoshi.
Asique mi recompensa fue ir a cenar — según él — al mejor restorán de la ciudad. Lo miré con los ojos entrecerrados y le dije que eso estaba muy abierto a debate.
Estábamos discutiendo el hecho de que no podía ir al mejor restorán de la ciudad vestida con una simple camisa. Y tuvo el descaro, de pedir que le agradeciera, de que me permitiera usar una limpia y no la que "arruine" limpiado su... Si será...
Él me dijo que no me preocupara, pero el tiempo iba pasando y me estaba empezando a irritar un poquito. Parecía un león enjaulado paseándome por el departamento. Lo observé vestirse de manera calmada, peinarse y perfumarse. Y yo seguía en camisa.
Terminé resignada, recostada boca abajo en el sofá de cuero negro refunfuñando, cuando sentí el timbre de la entrada. Me compuse rápidamente y lo observé abrir de manera despreocupa.
Un tipo alto, delgado y vestido de manera excéntrica cruzó la puerta.
— Disculpa la tardanza — se excuso — pero el taco es horrible a estas horas.
Si pudiera definirlo, era el típico estereotipo de gays divos. Caminaba como si anduviera en una pasarela, en una mano arrastraba una maleta negra brillante de estilista y en la otra lleva una especie de traje envuelto en plástico.
— Oh por dios — dice al verme — ¿Es ella? — su tono fue de escandaloso asombro.
— Si — afirma Dante.
— Hola — me saluda dándome dos besos por mejilla —. Eres bellísima — observa a Dante con asombro —. En verdad es bella — le guiña el ojo de manera cómplice y coqueta —. Soy Alberto — me sonríe orgulloso.
— Soy...
— Hay, ya lo sé linda – me interrumpe – se todo de ti.
— ¿Todo? — pregunte observando a Dante. El solo me sonrió con malicia.
— Pero mira esos ojos...
Comenzó un monólogo sobre mi "belleza". Me hizo poner de pie y me escaneo de arriba abajo.
— Tu color de cabello es natural — dijo alargando la L — y que bonita piel tienes... — dice mientras acaricia mi mejilla con el pulgar — parece de porcelana, ni siquiera tienes poros — dice con asombro.
Me observo en silencio por un largo rato. Como analizando algo para tomar una buena decisión. Al final me hizo sentar en una silla, abrió su maleta y comenzó a sacar cosas y dejándolas frente a mí.
— Yo no me maquillo — le advertí al ver las sombras y las brochas.
— Linda ya verás que...
— No me maquillo — dije marcando cada palabra y clavándole mi mirada.
Odiaba la sensación de tener la cara sucia y para ser honesta, a mi el maquillaje se me ve fatal. Lo único que tolera mi piel, es la crema del bloqueador solar y algo de manteca cacao en los casos en que el frío me parte los labios.
— Está bien – dijo aturdido ante mi negativa.
— Tampoco me cortaré el cabello — le advertí al ver un par de tijeras.
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La entropía de Heather [+18] (En proceso)
RomanceHeather siempre se ha caracterizado por hacer las cosas bien y preocuparse de su familia, sobre todo de Hayden, su hermana menor. Con un padre viudo y la responsabilidad de apoyar a su hermana tras ser madre adolescente, ha estado tomando decisiones...