CAPÍTULO 6

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PRIMER DÍA

Desde primera hora, tras el día previo, Sabine no pudo evitar sentirse incómoda. Además, había pasado todo el día esquivando al rubio tras enterarse de que ella era la chica elegida; esa pobre desafortunada. No es que tuviese miedo o desconfiase, de hecho veía inútil la apuesta y la daba por ganada. Pero sabía que esta semana podría convertirse en todo un infierno soportando a diario a Dacre.

Lista, bajó a por su pieza de fruta matutina. Justo cuando salió del comedor y dobló la esquina, dio un brinco asustada; a punto de chocar con alguien. Él, que sonrió de lado, se agachó para tomar la manzana que se le cayó y se la tendió. Incrédula, lo miró de mala gana. Tomó la manzana y continuó su paso.

Dacre, con la apuesta en mente, la siguió.

—Las personas suelen decir buenos días —dijo alcanzándola y caminando junto a ella.

Sin tan siquiera mirarle, Sabine espetó:

—Exacto, las personas. Algo que tú no eres.

El rubio hizo una mueca, fingiendo estar herido por su hostilidad.

—Qué tosca eres de buena mañana.

—Es lo que tiene cuando te acosan y no te dejan ni un segundo en paz.

Le lanzó una mirada rápida justo antes de acelerar su paso y alcanzar con ello el patio. Se sentó en uno de los bancos. Dacre la observó, lleno de curiosidad, mientras se acercaba y tomó asiento a su lado.

—Sólo intento cumplir mi parte del trato.

—¿Por eso estás tan gentil conmigo y todavía no me has insultado?

—Oh, ¿eres de las que prefieren que las traten mal? —Se inclinó hacia ella, provocando que Sabine hiciese lo contrario: echarse hacia atrás.

—Soy de las que prefieren que las dejen en paz —respondió—. Además, ya te dije ayer que no tienes posibilidad alguna. Puedes dar la apuesta por perdida. He ganado —Le sonrió justo antes de darle otro mordisco a su manzana.

Dacre, ciertamente divertido, soltó una pequeña y ahogada risa. Atrapó la manzana de sus manos lanzándola un segundo al aire y cazándola de nuevo.

—Eso ya lo veremos.

Le dio un bocado antes de devolvérsela.

Sabine, desconcertada ante la seguridad que él derrochaba, observó a Dacre levantarse y alejarse, entrando en la academia de nuevo. Resopló, así como puso los ojos en blanco.

Definitivamente sería una larga, muy larga, semana.

***

Logró esquivarlo durante primera y segunda hora. En cada intento por acercarse o sentarse junto a ella falló completamente. Salió, celebrándolo, hacia su tercera y favorita clase. Tomó asiento nada más llegar al laboratorio y sacó el libro de Alquimia y Botánica VOL. XII. A diferencia de otros muchos, a Sabine le gustaba esta clase—tornándose incluso breve, a su parecer—. Por ello, siempre pedía permiso al profesor Bloodore para practicar fuera de clase y poder siempre estar perfeccionando sus conocimientos y aprendiendo aún más. Algo a lo que él accedió encantado.

Cuando levantó la cabeza del libro de brebajes y echó un vistazo a su alrededor, se sobresaltó. Dacre estaba reclinado en el asiento de al lado, mirándola con una sonrisa traviesa.

—¿Es que no te rindes? —dijo apartando la mirada. Se levantó y empezó a recoger sus cosas para cambiar de asiento.

Justo en ese momento, se vio interrumpida por un portazo. Y, con tan sólo eso, supo que no habría victoria esta vez, lentamente retornando a su asiento.

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