❧ 𝕮𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔 𝖃𝕴𝕴 ❧

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-Dime, Eda, ¿qué sientes cuando te tocas?—clavó su mirada penetrante en ella.—¿Calor? ¿Cosquilleos en el vientre? ¿Temblores?

-Ya basta, Serkan. No puedo sentir nada de eso porque no lo hago. Si tanto quieres saber, lee mis pensamientos y sabrás que lo único que quiero es que te marches de aquí.—se volteó hacia el otro lado dándole la espalda.

-Sabes que mentir es pecado, ¿verdad? Tu gran Dios todopoderoso ahora mismo está muy decepcionado de ti.—atacó con la fé más fuerte de ella. Dios.

-No pongas su nombre en tu boca.—respondió molesta.

-Te diré algo desde lo más profundo de mi corazón.—carraspeó.—Me encantaría meter los dedos en tu sexo y hacerte explotar.—Eda abrió los ojos de par en par y comenzó a sentir como sus mejillas ardían.

-Hazlo con las brujas negras.—respondió tratando de sonar serena.

-¿Celosa?—se rió.

-Jamás lo estaría de un ser tan repugnante como ellas.—cerró sus ojos y comenzó el rezo de todas las noches en su mente para así evitar escucharlo.

-¿Aún sigues creyendo que Dios existe?

-Y lo seguiré creyendo hasta el día en que muera.—contestó cuando su rezo acabó.—Los demás no podrán creer en él pero yo soy libre de mis decisiones tanto en creencias como en mi propio cuerpo.—se incorporó y volvió a mirarlo.—Hace muchos años se esperaba que estuviera casada y con hijos y aquí me tienes, exenta de estar en una relación porque la sociedad lo dictamina. Soy así, y si no te gusta no pongas tu mirada sobre mi ni esperes nada a cambio.—Serkan suspiró ante su discurso.

-Pobre de ti. De verdad, nunca sentí pena por alguien pero hoy me la estás dando. La salvadora de Salisbury está rompiendo con los estándares que su propia iglesia establece.—respondió con sarcasmo.

-Las personas esperan algo de mi y esta estrella que contemplas ahora mismo no pone las cosas en bandeja de plata.

-Shh...—chistó.

-Estás acostumbrado a que todas caen ante ti.—siguió hablando.

-Shh...

-No me mandes a callar, Serkan Bolat.—se levantó con rabia.—Ahí tienes la salida.—señaló la ventana.—Vamos. Márchate.

-Preciosa, estoy bien aquí.—acomodó mejor su espalda en la pared.

-Ya me cansé.—con su poder, hizo que el Strigoi comenzara a levitar.

-Eda, suéltame.—protestó.

-Buenas noches, Serkan Bolat.—lo sacó de la habitación y cerró la ventana.—Que descanses.—volvió a tumbarse en la cama y sonrió victoriosa.—Sé que eres capaz de mucho, pero ahora eres tú un poco y no me tocarías tan siquiera un cabello, al menos no como lo afirmas.—la habló a través del pensamiento.

-Abre la ventana.—golpeó el cristal.

-No lo haré. Ve a tu castillo.

-Nadie me da órdenes, y menos una mujer.—bufó molesto.

-Mientras actúes así, no tendrás nada de mi. Deja de ser arrogante y lleno de prejuicios y podremos hablar.

-Como si de verdad quisieras hablar conmigo...—murmuró y se acomodó en una de las ramas del gran árbol que estaba frente a la habitación de ella.—Se piensa que me iré. Está muy equivocada. Si hace falta pasaré toda la noche aquí.

-¿Qué quieres de mi?—volvió a hablarle en su mente.—No lo entiendo, Serkan. Un día me alejas y al otro es como si yo fuese lo que te hace falta para todo. De verdad, me confundes.

𝕊𝔼𝔻 𝔻𝔼 𝕋𝕀 》𝑬𝑫𝑺𝑬𝑹Where stories live. Discover now