❧ 𝕮𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔 𝖃𝕴 ❧

287 32 12
                                    

-¡Te tengo!—mantuvo sus manos juntas reteniendo a su presa.—Seguro que me besará cuando la vea.—esbozó una gran sonrisa y caminó hacia la cabaña.—¡Eda!

-¿Serkan?

-Mira lo que te traje.—se acercó con entusiasmo.

- Déjame ver.

Serkan abrió las manos dejando ver una mariposa en sus últimos segundos de vida. Sus dos alas estaban partidas por la mitad y ya no tenía polvo en estas.

-Para ti, Eda.—se la arrimó más.

-Serkan.—tomó sus manos.—Pobre mariposa.

-¿Por qué?—la miró tratando de entender.

-No importa. Muchas gracias, Serkan.—la aceptó.—Tranquila pequeña. Sanarás enseguida.—alzó la mano sobre ella y con su poder la fue restaurando.—Mira, colmillitos. Ahora está más hermosa.—la mariposa movió sus alas lentamente.

-A mi me gustaba más antes.

-Es más bonita cuando aletea sus alas. Mira que preciosidad.—Serkan se acercó más para mirarla.

La mariposa, aumentó la velocidad de sus alas y alzó el vuelo sobre las cabezas de ellos. Eda sonreía feliz al ver la simpleza y la belleza de tal animal, y Serkan, mantenía sus ojos bien abiertos para no perder detalle alguno.

-¡Adiós pequeña!—se despidió cuando salió por la ventana.

-¿Te ha gustado?

-Si.—le sonrió.—Sigue así y podrás tocar muy pronto las flores sin que se marchiten.—Serkan rodeó su cintura por detrás y apoyó el mentón sobre su hombro.—Gracias por querer mostrarme algo bonito.

-Creo que me debes algo, bruja.—le acercó la mejilla.

-Serkan, estoy cocinando.—soltó una pequeña carcajada.—Desde que te besé el otro día estás muy demandante de mi.

-Lo estoy.—aspiró su aroma a cerezas.

-Los amigos no hacen eso, Serkan Bolat.

-Tu lo hiciste.—respondió.

-Cierto. Lo hice sin pensar.—se tensó al sentir sus manos en su bajo vientre.

-Entonces, según tu, Eda Yildiz, ¿qué hacen los amigos?—sonrió ladeadamente al notar el lenguaje corporal de la bruja.

-Pues, los amigos conversan y se cuentan sus problemas, se toman la mano mientras caminan y comparten momentos felices o tristes.—volvió a retomar la comida que estaba preparando.

-Demasiado aburrido.

-Serkan.—lo advirtió.

-No seas así. Anda bruja, dame un beso.—la volteó quedando frente a frente.

-Está bien.—posó los labios sobre su mejilla dejando un pequeño beso.

-¿Lo ves? No era tan difícil.

-Tonto.—revolvió su cabello y ambos rieron.

-¿Qué puedo hacer ahora?

-Pica el pan, por favor.—se separó y le pasó las cosas.—¿Qué se dice?—Serkan se encogió de hombros.—Gracias.

-Eso.—comenzó a trocear el pan.—Está muy afilado. Atravesaría con facilidad los órganos.—movió el cuchillo en el aire.

-De eso nada. Dámelo, Serkan.—se lo quitó de las manos.

-Pero...

-Será mejor que solo mires.—volvió a concentrarse en la comida.

-Bien. Te miraré a ti.—clavó su mirada sobre ella.

𝕊𝔼𝔻 𝔻𝔼 𝕋𝕀 》𝑬𝑫𝑺𝑬𝑹Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt