epílogo

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Sunoo bajó las escaleras de su casa con mucha rapidez mientras en sus manos sostenía algunas cajas de regalo, los dejó en un mueble para dirigirse hacia la sala, rebuscando con mucha impaciencia un listón rojo dentro de las gavetas de su madre en donde tenía de diferentes colores.

—¡Mamá! —gritó, sacando los listones uno a uno.

—¿Qué pasó? —apareció desde la cocina, limpiando sus manos en una toalla limpia. Abrió los ojos en sorpresa al encontrarse con el desorden alrededor de su hijo— ¿¡Por qué tanto desorden, Kim Sunoo!?

—No encuentro un listón rojo —hizo un puchero, viéndola con ojos brillantes por la decepción— No hay ninguno aquí.

—Usa de otro color, ahí hay muchos.

—No, no, no —negó con la cabeza varias veces— Quiero el rojo, a Heeseung le gusta el rojo, el regalo de él debe llevar ese listón.

La señora Kim suspiró, cruzándose de brazos por el pequeño berrinche de su hijo.

—¿Ya buscaste en mi habitación? En la caja que está sobre mi armario.

—¡Tienes razón! —cambió su expresión a una más animada, corriendo escaleras arriba.

Sunoo se puso de puntas para alcanzar la caja sobre el armario, y cuando por fin la tuvo en sus manos, buscó con más calma dentro de ésta, encontrándose con más listones hasta que por fin, encontró uno del color que quería. Sonrió ampliamente por la emoción, guardando todo de nuevo en su lugar para bajar otra vez a la sala en donde había dejado el regalo.

—¡Lo encontré, mamá! —exclamó, pegando el moño recién hecho sobre la caja color verde brillante— Mira, se ve muy bonito, ¿verdad?

La señora Kim asintió mientras soltaba una corta risa, regresando a la cocina en donde había dejado todo a medias.

Sunoo se despidió de su madre cuando Jay pasó a su casa algunos minutos después, ella prometiéndole verlo más tarde en casa de los Lee junto a su padre.

—¿En serio llevas regalo para todos? —preguntó Jay cuando se encontró con el castaño afuera de la casa— Que pena, yo solo llevo dos.

—Que tonto —rodó los ojos— Es navidad, Jay, ¿cómo puedes llevar solo dos regalos? —negó con la cabeza, acomodando mejor su mochila en su hombro.

Jay se detuvo frente al menor y arregló su gorro, cubriendo casi toda su frente, dejando a la vista solo unos cuantos mechones de cabello, también acomodó su bufanda, subiéndola hasta la nariz, dejando al descubierto únicamente sus ojos, cubriéndolo del frío de la época. Sunoo le agradeció cortamente, y tras unos segundos, empezaron a caminar hacia la casa de los Lee bajo los pequeños copos de nieve que seguían cayendo. Las aceras estaban cubiertas de una leve capa de nieve al igual que los árboles, dándole un aspecto navideño al pequeño pueblo.

Cuando estuvieron cerca de su destino, se detuvieron unos minutos, ambos viéndose con complicidad.

—¿Trajiste el muérdago? —preguntó el mayor.

—Claro que si, toma —le extendió la pequeña planta— Yo tengo el mío también.

—Somos unos tramposos.

Sunoo rió bajito. Sabía que podía besar a Heeseung cada vez que quisiera, pero la excusa del muérdago le parecía mucho mejor y más memorable para su primera navidad juntos. Jay también accedió a esa cursi excusa con Riki, no pudo evitarlo cuando Sunoo le dijo que eso iba a funcionar totalmente con el pelirosa.

—Bueno, apresúrate —Jay empujó levemente a su mejor amigo para que siguieran caminando, llegando por fin a la casa de los Lee un para de minutos después.

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