final

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Jay no se despegó ni un instante de la ventana que daba hacia el patio de la casa, soplando el humo que salía de la taza de café que la señora Lee le acababa de dar, tomando asiento también a su lado.

—¿De qué crees que hablen? —preguntó la mayor, dándole un sorbo a su café— Seungie se ve muy sonriente.

—De seguro Sunoo le está diciendo algo sobre que se ve guapo, siempre lo hace —negó con la cabeza.

—Es que Seungie es muy guapo —estuvo de acuerdo.

Jay se vio forzado a asentir con una mueca a pesar de no estar de acuerdo, pensando en que él era mil veces más guapo, pero claro que no diría eso.

La señora Lee congenió rápidamente con Jay, le parecía un chico muy amable y simpático, por lo que en cuestión de minutos, lograron convivir perfectamente. Y claro que Jay lo sabía, era bueno en eso.

—¿Cree que se besen? —preguntó el más alto sin dejar de mirarlos.

—Ojalá que si—respondió con emoción —Sunoo es un chico muy lindo, nunca había visto a mi hijo tan interesado en alguien, sería primera vez.

Esa información impresionó a Jay, de primeras, creyó que Heeseung era un chico lleno de pretendientes, un chico con experiencia en las relaciones, pero al parecer, al igual que Sunoo, Heeseung estaba experimentando por primera vez el estar en una relación con sentimientos recíprocos, y a pesar de que Heeseung no le agradaba, le causaba mucha ternura toda la escena.

—Dejen de espiarlos, de seguro ya saben que los están viendo —Riki apareció con una taza de café en sus manos también, acercándose a mirar desde la ventana.

—Shhh —lo silenció Jay, pasando un brazo sobre sus hombros para acercarlo— Ya casi terminan de cenar, eso significa que Heeseung pronto se le va a confesar.

Riki rió por lo bajo mientras negaba con la cabeza, recostándose sobre el hombro del mayor, sin prestar demasiada atención a la pareja.

Mientras tanto, Sunoo y Heeseung seguían hablando animadamente, ambos con sonrisas en sus labios y con las mejillas sonrojadas, tratando de mantener la calma a pesar del montón de sentimientos que seguían resguardados a la espera de salir.

—¿Te gustó la cena? —preguntó Heeseung luego de limpiar sus labios con una servilleta.

—¡Me encantó! —sonrió ampliamente— Gracias por invitarme a cenar.

—Lo haré cada vez que quieras, tú solo dime —le dijo seguro, viéndolo asentir con alegría.

Estuvieron en silencio un par de minutos, Heeseung mentalizándose y recordando las palabras que había practicado para ese preciso e importante momento. Sus manos sudaban y su estómago seguía revolviéndose; limpió sus palmas en el pantalón y se levantó de su silla, tomando por sorpresa al castaño que lo veía atentamente.

—Ven, quiero hablar contigo —extendió su mano con la intención que Sunoo la tomara, y el menor no esperó mucho para hacerlo, poniéndose de pie también— Vamos, mi madre y Jay nos están viendo desde la ventana y eso ya me puso nervioso.

Sunoo lo miró confundido y se giró hacia la ventana, viendo un par de sombras agacharse en ese instante. Soltó una corta risa y dejó que Heeseung lo guiara hacia el otro lado del patio en donde ya no podían ser vistos desde la ventana, el tronco del frondoso árbol siendo obstáculo.

—¡Que tramposo, se escondió! —exclamó Jay, haciendo un puchero.

—Dios, que vergüenza, se dio cuenta de que los estábamos viendo —se quejó la señora Lee, dejando la taza a un lado.

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