The King Has Lost His Crown

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A pesar de su orgullo lastimado, Elkie intentaba no escuchar el clamor de tal herida, porque realmente creía y quería encontrarle una cura. Pero conforme los días pasaban, no pudo evitar que aquella voz la acosara cada vez más impetuosa. Los defectos de Christopher jamás habían sido tan molestos y ruines, cualquier falla daba pretexto a una rencilla acalorada, y cuando el reclamo estaba por sacar a relucir el adulterio, se frenaba de inmediato para no acrecentar más la tendencia explosiva que aquejaba sus emociones. Sumado al hecho, él comenzaba a faltar a sus deberes de esposo, llevaban ya varios meses tratando de animar la pasión sin resultado. Después de mucho intento, él acababa rindiéndose, temiendo la intimidad del lecho, a la cual accedía si su mujer la solicitaba; si no sucedía tal requerimiento, permanecía a su lado, frío y automatizado. Ella, frustrada y ofendida, lo observaba con una rabia reprimida que con cada instante, se volvía mayor; pues tenía su cuerpo, su presencia, más no su espíritu y su mente; quizás sabía que estaban lejos, allá, con el otro. Elkie no entendía la disfunción de su pareja frente a su voluptuosa y femenina figura, cualquier varón reaccionaria por deseo natural, pero él no, sólo se daba por vencido fácilmente; cierto era lo contrario, él si se esforzaba cumpliendo con cada una de sus ocupaciones, sin embargo, un recuerdo fantasmal parecía haber tomado el control de su voluntad y actos, incluido su libido. Pese a que seguía ofendido y contrariado por la relación sostenida entre aquél y su hermano menor, no podía sacarlo de su cabeza, Thomas estaba más enraizado a sus pensamientos que antes.

Una parte de él comprendía la naturalidad del suceso, Leo y Thomas estaban libres de compromisos, la desolación de sus corazones los había persuadido a buscar la compañía mutua. Pero, la otra parte de él, lo culpaba y maldecía, lo azuzaba hablándole de traición y deslealtad; e igual a la voz que atormentaba a su esposa, Christopher optó por prestar mayor atención a ésta, y tal elección lo mantenía en un estado constante de tribulación. Él y Thomas no habían pasado un periodo tan largo sin tener contacto o noticias uno del otro, aunque tal hecho pareciera imposible, ocurrió. La experiencia decía que luego de una temporada de ausentismo, venía un reencuentro conciliatorio, empero tal suceso había sido violento e irrespetuoso. Christopher no dejaba de cuestionarse a cada momento, si sería capaz de terminar las filmaciones de LORD Renaissance, ni siquiera pensaba en Chaos War y Cosmos War, las siguientes secuelas de The Servants, donde también trabajarían juntos.

En un principio no quiso conocer los detalles de la relación, lo único claro en su mente, eran los inusitados celos que lo poseían, conforme fue averiguando sobre el trato íntimo entre ambos, cada descubrimiento lo enloquecía más. Leo había entablado una buena relación con la familia Willdeston, Marianne lo consideraba un amigo, e inclusive la inmutable Elinor le tenía cierto aprecio, y hasta la señora Willdeston lo estimaba. Ni hablar de los amigos de Thomas, también los tenía ganados, había unos que él ni siquiera conocía de nombre; otros que si, como Ben que lo había invitado a su boda, había tanta afinidad que el primero le había solicitado a Leo interpretar algunas de sus canciones durante la recepción. Todas estas particularidades llegaron a sus oídos de distintas maneras, inconscientemente por boca de sus padres, otras indirectamente por Harry, quien sólo pretendía razonar con su hermano mediano, pero el efecto siempre era el opuesto. Sin embargo, Christopher no había realizado comentario de ninguna índole respecto al romance de su hermano con su amigo, pues él y su esposa eran los únicos en no aprobarlo; los señores Hentzwood estaban encantados con Thomas, quienes le dieron de inmediato el trato de hijo putativo, sin estar enterados de las verdaderas intenciones del benjamín al llevarlo a casa.

Harry conocía la verdad de Thomas y la de Leo, los dos le habían relatado sus versiones de aquel día en la playa, pero Christopher se rehusaba a cooperar. Al estar enterado, Harry había ayudado a mantener la tranquilidad tras la fuerte discusión, no sólo encontró a Leo y lo convenció de volver, también los escabulló dentro de la casa para que se cambiaran las ropas ensangrentadas. Thomas no había dejado de disculparse, la culpa le apesadumbraba la mirada y la vergüenza el rostro. -Tengo que irme de aquí, no puedo seguir mancillando esta casa con mi presencia -declaró Thomas con las manos cubriéndole la cara-, el desastre y la desgracia... Ella lo sabe, estoy seguro, si lo dudaba, ya lo comprobó -decía con las manos ahora sobre su cabello. El mayor lo observó confundido-. ¡Lo sabe, Harry! ¡Nos escuchó discutir!, debió oír las confesiones que él me hizo.

One of UsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora