El Festival de las Luces

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Poco a poco mi sueño se fue esfumando; primero se fue el calor, después el sonido de las olas y cuando abría mis ojos, todo el paisaje se había ido. De inmediato reconocí mi alrededor; mi habitación.

Recordé qué día era, pero no tuve ningún tipo de reacción negativa, sin embargo, no había sensación positiva. Estaba extrañamente bien... creo.

Me senté y miré la hora: doce del mediodía con ocho minutos. Por instantes sentía mi mundo intenso, el sonido, el olor, la imagen. No me molestaba, pero tampoco me era grato.

Lo ignoré tanto como pude y entré al baño para darme una rápida ducha. Estaba muy sudado, reí un poco, parecía que de verdad había estado en la playa.

Al salir me vestí con lo primero que encontré y me senté en mi cama. ¿Qué se suponía que debía hacer ahora? ¿Debería responder la carta o esperar el resultado de hoy?

Ya no estaba nervioso ni asustado, pero me inquietaba de alguna manera saber lo que pasaría hoy. Tomé la carta en mis manos y la volví a leer. "Ten confianza", eso haré, aunque no sepa exactamente en qué debo confiar.

Tocaron la puerta y sin esperar mi respuesta, entró aquel mayordomo que no me agradaba. En una bandeja llevaba mi comida. Así como entró, se retiró; en silencio y rápidamente.

No preste atención a mis alimentos, sólo comí y bebí lo que me habían servido.

El día pasó con rapidez y no salía para nada de mi habitación, estaba en un extraño trance, como si estuviera bajo el efecto de una droga.

Cuando por fin llegó el crepúsculo y el viento se volvió más helado, entró aquel mayordomo con un traje negro en sus manos. Había un trozo de tela roja y sólo después de que apartó la ropa, me percaté de que se trataba de la corbata.

Se supone que sólo debería usarla si ya estaba unido, pero supongo que quieren hacer una diferencia entre Toshiro y yo.

Me golpeó un fuerte latido en mi pecho, como si de un verdadero golpe se tratase, acaba de recordar la maldita canción. No tenía nada, sentí un fuerte mareo y nuevamente quería dormir. Respiré profundo y con tranquilidad caminé a la cama. Sentía mis manos temblar y mi respiración acelerarse, por mucho aire que respirara, necesitaba todavía más para calmarme.

¿De dónde saco una canción?

Sin más opciones que buscar, con cuidado me llevé al escritorio y de entre las hojas de mi cuaderno saqué aquella carta que tenía una dulce canción, la leí cuantas veces pude, intentando memorizar cada coma, cada punto, cada palabra.

De pronto el fuerte y constante golpeteó empezó a frenar, dejando que mis pulmones se llenaran de aire. No me sentía completamente tranquilo, no tenía melodía ni ritmo para esta letra.

¿Qué hago?

Mientras buscaba en mis recuerdos algún indicio de algo que me fuera de ayuda, por mínima que fuera, me cambiaba de ropa. Me acerqué al espejo y me di cuenta delo extraño que me veía con esta ropa, hacía ya tanto tiempo que no vestía así.

Peiné mi cabello de manera que mi frente quedara descubierta y que cada cabello quedara en su sitio, quería verme impecable. Después de todo, sería la primera vez en mucho tiempo que me dejaré ver ante la manada.

¡Es verdad!

Estaba tan inmerso en buscar una canción que me olvidé por completo que tenía que cantarla frente a todos. Aflojé un poco mi corbata, nuevamente me faltaba el aire.

La puerta siendo abierta me hizo recuperar un poco la compostura, aunque fuera sólo una máscara.

― ¡Mizuki!

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