En sueños

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Qué cálido es estar aquí, pensaba. Me sentía tranquilo y libre, sentía un par de suaves rayos de sol, olía a cerezas y flores, también escuchaba una suave brisa acompañada de un tarareo.

―Tu cabello es muy suave― escuche una voz―, ¿siempre ha sido así de sedoso?

Reí un poco, aún estaba cansado.

―No...― dije con pesades y somnolencia―Cuando era cachorro tenía el cabello más suave.

―Me hubiera gustado tocarlo.

No respondí, una mano suavemente y con gentileza acarició mi mejilla. Era tersa y cálida, como adoraba la calidez en tan frio invierno.

―Tu piel también es muy suave y un poco fría―ahora lo notaba, era la voz de una hembra.

―No es verdad... soy macho... nuestra piel no es suave...

Su mano recorrió mi cuello, haciendo que mi piel se erizara, no tenía idea de que un toqué así podría causar tal sensación. Siguió sin temor hasta mi clavícula y llegó a mi pechó por debajo de mi playera.

―Tienes un pecho musculoso, ¿todo tu cuerpo es así? ―no respondí.

Sentía como mis mejillas ardían y mi corazón latía más rápido. Me estaba poniendo un poco nervioso y fue que me percaté de la posición en la que estaba. A pesar de tener mis ojos cerrados, sabía con certeza que estaba recostado en el regazo de la hembra que me acariciaba.

― ¿Estás nervioso?

―No...―La escuché reír.

―Jamás te había tenido tan cerca, creí que la muerte llegaría antes de tener una oportunidad así. Y aquí estás, sólo por unos momentos. Extrañaba que vinieras aquí y que me dejaras verte.

― ¿Dónde... estoy?

―No hables tanto o te despertarás y no sé cuándo podré volver a verte desde tan cerca.

Su voz era tranquila y amable, melodiosa, sus palabras acariciaban mis oídos. Quise abrir mis ojos, era imposible, traté de mover mis manos y tampoco podía. Mi cuerpo estaba rígido, petrificado.

Luché para poder moverme y poco a poco sentía que recobraba la fuerza.

―Ya no puedes estar más tiempo aquí―me avisó―. Aun así, no dejes de buscarme, quiero que me encuentres pronto...

Su voz se desvaneció de pronto y el frío golpeo mi cara con fuerza, logré por fin mover mi mano y atrapé su mano, abrí los ojos con fuerza y noté que estaba en el árbol sagrado. Seguí el brazo de la mano que había capturado y me encontré con una hembra de lo que parecía ser un gato. Sus ojos marrones me miraban asustados.

―Lo siento, mi señor, no fue mi intención despertarlo.

¿Despertarme? ¿Estaba dormido?

Vi mi alrededor, me encontraba bañado en nieve. ¿Cuánto tiempo me había quedado dormido bajo esta nevada?

Volví a la hembra que aún tenía sujetada de la muñeca.

― ¿Quién eres y qué haces aquí?

―Soy nieta del señor Haruka, el jardinero.

La solté y me di cuenta del sudor que cubría mi frente, frente a mis ojos apareció un pañuelo y lo entendí, sólo quería secarme el sudor.

―Perdona, estaba teniendo una pesadilla.

Tomé su pañuelo y me quité el sudor de la frente, se lo devolví y ella lo guardó en su bolsillo.

―No fue mi intención asustarle, pero desde lejos vi que sudaba, creí que tenía una irregularidad en su temperatura por pasar tanto tiempo bajo la nieve.

El Sol & La Luna [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora