Extra: pareja

72 8 11
                                    

Eran las cuatro de la tarde, todos en la hacienda mexicana estaban aburridos.

Habían pasado exactamente tres semanas desde que pasó todo el drama entre dos de los sureños.

Nadie sabía lo que había pasado después de que Veracruz también desapareció.

Así que, todos se encontraban en la sala al lado de la puerta principal (incluso México), nadie movía siquiera un músculo más que el movimiento involuntario de respirar.

Así fue hasta que se escuchó el sonido de las llaves abriendo la puerta.

Así la atención de todos se dirigió en esa dirección, sin antes voltear a verse para ver quién hacia falta.

La puerta fue abierta dejando ver la figura de la representación que llevaba desaparecida por tres semanas.

La impresión no cabía en el rostro de todos. Dejándolos en un estado temporal de shock.

Oaxaca ni siquiera se dignó en voltear a verlos y se dirigió a las escaleras del segundo piso.

La hacienda mexicana estaba dividida en tres "edificios" por aparte, el principal siendo de los sureños (se lo ganaron de una forma muy rara) él segundo más cercano era de los norteños y el más alejado de los del centro.

Así Oaxaca siguió su camino.

Todos voltearon a verse cuando salieron de su estado de shock buscando alguna clase de explicación a la repentina aparición del Estado. Así fue hasta que se escuchó el sonido de los pasos pesados, alguien venía corriendo.

— ¡Oaxaca! — Gritó Veracruz lo cual sorprendió aún más a todos dentro de esa sala — ¿Vieron a Oaxaca? — preguntó una vez había notado la presencia de un montón de pendejos.

— Segundo piso... — Michoacán fue en único que pudo contestar.

— Gracias — dijo Veracruz para subir las escaleras corriendo.

Inmediatamente el sonido de una "pelea" se empezó a escuchar.

— ¡Espérate! ¡¿Que chingados haces?! — la voz de Oaxaca se escuchaba fuerte y claro.

— Espérate tú, ¡Cálmate pareces pinche chihuahueño! — Gritó de vuelta Veracruz.

— ¡¿Cuál?! ¡Si tú eres el pendejo que se retuerce como gusano! ¡Dejaaaaameeeeeee! — exageró su grito final buscando ser liberado.

— ¡Noooooo! ¡Hasta que te retractes de tus palabras!

— ¡¿Qué?! ¡Te lo ganaste a pulso pinche pendejo, ya sueltameeeeee!

Mientras tanto abajo:

— parece que ya se arreglaron — comentó Chiapas.

— Eso es obvio, no me estaría hablando así con alguien que me rompió el corazón o al menos no hasta que lo termine de superar — respondió Ciudad de México.

— sobre todo decirle "pinche pendejo"

— nah, todos saben que nuestro lenguaje del amor es insultarnos — Chihuahua decidió también entrar en la conversación.

— Claro, Tabasco sabe muy bien eso — dijo Nuevo León, ganándose un almohadazo — ¿Que? ¡Si dije la verdad!

— Síguele y no te dejo dormir conmigo — contestó Tabasco ya enojado.

— Ay, pues perdón pues — respondió Nuevo León resignado.

— Bueno, cómo que ya se quedaron en silencio mucho tiempo — Edomex habló.

ᵃⁿᵈᵃʳ ᶜᵒⁿᵐⁱᵍᵒ - ᵛᵉʳᵃᵒᵃˣ - Donde viven las historias. Descúbrelo ahora