Capítulo °IV°

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Daoíz

Hace dos años

Detesto salir de mi zona de confort, no porque la gente me intimide o me enfaden sus constantes susurros a mi espalda y hasta frente a mí propia cara, claro que no, ese merecería algún tipo de atención de mi parte.

Nada ni nadie merece el privilegio de obtener algo más que una leve mirada de mi espalda o en su mayor defecto compartir espacio físico, uno que no permito al reservar a cada lugar al que voy para no ser molestado en ningún momento.

Aunque las mujeres no faltan, hasta en las puertas de mi empresa esperan a que salga.

Odio que las mujeres no se respeten a sí mismas, son capaces de ubicarse en cuatro patas y ladrar como perros con tal de tener cinco minutos de atención de mi parte ¿Para qué? Para ser mi esposa y gastar cada centavo de mi cuenta bancaria.

Apuesto a que si fuera un hombre pobre ninguna de ellas insistiría tanto en hablar conmigo, posiblemente una noche de sexo y después de eso pasan por mi lado sin verme.

Esa misma experiencia la he tenido con hombres, si, por más raro que suene eso ellos también han hecho lo posible para obtener privacidad con el presidente de la DyD industry.

Digamos que mi amor por mantener mi privacidad intacta se vió seriamente perturbada hoy por culpa de la ineptitud de mis contadores, mismos que parecen que pagaron por el título universitario que les avala trabajar para grandes corporaciones.

No hicieron bien las cuentas, no sé si por robo interno o por robo externo. Por eso abandono mi comodidad, para ir ahí y verificar que no me hayan querido ver la cara de idiota, algo difícil al tratarse de un loco por el control y el buen trabajo.

Harto de emplear a gente inepta que siempre consigue excelentes recomendaciones por parte de otros, soy muy exigente con los requerimientos, pero veo que deberé serlo aún más para no seguir cayendo en esto.

No traje a Dexter conmigo porque su tarea es igual de importante que la mía, verificar que nada haya salido mal dentro de la empresa.

Mi hermano menor es simpático la mayor parte del tiempo, su sonrisa es lo diferencia de mi frialdad, así es siempre que alguien no le toque los huevos en los negocios o en lo que refiere a nuestra familia.

Ahí se transforma en un demonio.

Por suerte hoy fue ese día, se enfadó muchísimo de solo sospechar que alguien intentaba robarnos, se volcó por completo a hallar alguna pista que nos verifique las sospechas.

De ahí a que venga solo, la empresa Hinos es dirigida por su mejor amigo, es especialista en tecnología y en decoración. Si, uno no tiene mucha relación con el otro pero aún así le va más que bien, obteniendo todos los días más clientes gracias a amigos como Dexter.

Por fin estoy en la empresa Hinos, en menos de diez minutos voy a solucionar la mierda en que nos metieron.

- Señor Darder, un placer tenerlo aquí - esa es la recepcionista, otra de mis tantas acosadoras que por poco despiden por enviarme mensajes fuera de horario de trabajo.

Ni siquiera sé cómo obtuvo mi número privado.

- Buen día ¿Esta Leonid?- es de esas mujeres que cada saludo cortes lo confunde con coqueteo, eso me metió en serios dramas en primer lugar.

- Claro que sí, para usted siempre está disponible - miro hacia el ascensor privado cuando ya comienza a insinuarse descaradamente - Señor Darder... Permítame decirle que se muy atractivo el día de hoy.

Y no perderé oportunidad de ponerla en su lugar.

- Eso es todos los días, señorita, pero usted ya lo sabe ¿No? Me acosa día y noche siempre que puede - esa sonrisa juguetona despareció por completo.

RojoWhere stories live. Discover now