Capítulo 9

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—No quiero ir.

—Ya te he oído la primera vez, la segunda y la tercera. Ahora cállate y entra despacio en el camino de entrada. Vas a derramar el vino.

—Detesto las reuniones familiares.

Harry le pidió al Señor que le concediera paciencia. Louis le recordaba a un niño en plena rabieta que prefería quedarse en casa jugando antes que ir a ver a su familia.

Las últimas dos semanas habían sido bastante apacibles, salvo por las cada vez más frecuentes quejas de Louis sobre la cena de Acción de Gracias. Charlotte le había recordado a Harry que para los Tomlinson el día de Acción de Gracias era una pesadilla terrorífica más que una fiesta, de modo que fue muy paciente con él, si bien se negaba a darle cuartelillo.

—No podemos hacer otra cosa. Como estamos casados, debemos asistir los dos. Además, no habrá mucha gente.

Louis resopló.

—Me aburriré como una ostra.

—Pues emborráchate.

Él frunció el ceño y enfiló el camino de entrada. Los platos y las botellas de vino que llevaban en el asiento trasero se movieron, pero se mantuvieron en su sitio. Harry abrió la puerta, salió del coche y estiró las piernas. El frío viento de noviembre le agitó el pantalon corto y le acarició las medias tupidas que llevaba debajo. Se estremeció mientras observaba la fila de coches aparcados frente a la casa.

—Sabía que llegábamos tarde.

La expresión de Louis cambió y se tornó más íntima, más cariñosa. Las profundidades de sus ojos azules brillaron, por los recuerdos de esa misma mañana. Sábanas revueltas, gemidos y besos tórridos. Harry sintió que su cuerpo reaccionaba al instante. Se le endurecieron los pezones, que quedaron delineados bajo el jersey morado, y el deseo hizo estragos entre sus muslos.

Louis se acercó y le pasó un dedo por una mejilla, tras lo cual trazó el contorno de su labio inferior.

—Te pregunté muy claramente si querías seguir o no, ¿recuerdas?

Harry se puso colorado.

—Es que no deberías haber empezado. Sabías que íbamos a llegar tarde.

—Podríamos haber pasado de todo esto y habernos quedado en la cama todo el día de Acción de Gracias.

Harry sintió un nudo en el estómago al escuchar la invitación, pronunciada con una voz muy ronca.

—¿Qué te parece? —insistió él.

—Creo que intentas chantajearme.

—¿Y funciona?

—No. Vamos.

Echó a andar y oyó la risa de Louis tras el.

Louis sabía que mentía. Siempre lo tentaba. Después de dos semanas manteniendo una activa vida sexual, todavía no se había saciado de su marido, y un día en la cama con él le parecía el paraíso.

Cogió los platos de comida y él hizo lo propio con el vino. La puerta estaba abierta, de modo que no tardaron en sumergirse en el caos familiar, ya que los recibieron con alegres gritos, apretones de manos, copas rebosantes y muchas conversaciones.

—Hola, mamá —dijo Harry mientras le daba un beso a su madre y olisqueaba con emoción el rollizo pavo relleno con salchichas. Las volutas de vapor se extendían por la cocina, rodeándolo con su olor y su calidez—. Huele que alimenta. Estás muy guapa.

—Gracias. Es sorprendente lo mucho que relaja liquidar la hipoteca.

Harry sintió un ramalazo de miedo y se inclinó hacia delante.

Just a marriage [L.S]Where stories live. Discover now