30. Amigas en londres.

175 20 2
                                    

—Joseph

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


—Joseph... ¿qué es eso?

Victoria miraba con desprecio la bolsa de papel que llevaba en mis manos, nos habíamos detenido en un local de comida rápida al que fui para comprar un par de cosas que deseaba que Victoria probar, pero estaba muy preocupada de que esas cosa se atuvieran en una bolsa.

—Tengo hamburguesas, papas, un pastelito de chocolate y refrescos— Señalé ambos vasos.

—Pero... ¿ Es sano a comerlos así? ¿En un papel?

—Pues claro que es sano, así me he alimentado la mitad de mi vida, y es muy delicioso. Anda prueba la hamburguesa.

Comencé a sacarla de su envoltorio de papel que tenia, y se la extendí, pero la veía como si se tratara de un extraterrestre, haciendo ligeros gestos de rechazo.

—Pero, ¿y los cubiertos?

—No creí que fuera tan grave tu caso, cielo. No necesitas cubiertos, mira la tomas así—, puse mis dos manos alrededor de la hamburguesa y la lleve a mi boca—, y la comes.

La tomó con desconfianza, y yo me estaba divirtiendo un montón.

—Me voy a manchar el vestido.

—Te compro otro, vamos.

Ante la primera mordida hizo una mueca, pero después dio una segunda y sonreí solo de verla.

—¿Te gustó?

—No esta mal.

En su idioma, significaba que le había encantado.

Comimos el resto de la comida juntos, en la parte trasera del auto.

—¿De verdad jamás habías comido sin cubiertos?

—Jamás, te lo juro. De niña mi institutriz jamás lo hubiera permitido, esa mujer se volvía loca si utilizaba el tenedor equivocado en la cena, imagínate que no hubiera utilizado ninguno para empezar.

—¿Tenías una institutriz? Es que ya ni siquiera sé por qué me sorprendo.

—¿Tú no? ¿Quién te enseñó sobre  modales en la mesa? Porque conoces muy bien todo el protocolo, te he observado.

—Mi madre, como éramos por así decirlo, nuevos ricos, ella quería asegurarse que no fueran a criticarnos por no saber como comportarnos en la mesa, tomó clases y luego nos educó a los cinco.

—¿Cómo fue crecer con tantos hermanos? —Me quedó callado unos segundos, pensando—. Perdona, no debí preguntar eso, no tienes que contestar.

—Tranquila, en realidad los primeros años fueron buenos, era una locura ser tantos en casa, yo era particularmente unido a Harper porque era la que mas se acercaba a mí en edad, jugábamos un montón en el jardín, incluso Gabriel y Jessica jugaban con nosotros, cuando Vera era muy pequeña solo nos seguía, a mí en especial— sonrío ante el recuerdo—, no sé en que momento se fue todo a a mierda, supongo que cuando crecimos.

Cuando la corona se rompeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora