CAPITULO I

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Anastasia Weinhooth

Recuesto mi cabeza sobre sus piernas, mientras veo las hojas colgando de las ramas al mismo tiempo que oigo lo que me está leyendo.

El otoño ha llegado, los colores naranjas decoran el paisaje. Daniel me lee poesía, mi mente se va más allá de este lugar, mis pensamientos se van directamente al recuerdo de ese hombre mayor... Me besa y me toca delicadamente, teme romperme, es cuidadoso, me susurra que soy una princesa, que estoy destinada a la grandeza, que quiere inmortalizar mi rostro en un lienzo...

Junto mis muslos, los froto y escucho su voz en mi cabeza, diciendo aquellas cosas que me hacen sentir un deseo indecente... Bajar mis dedos a la parte más sensible de mi cuerpo.

Maldigo tener a Daniel cerca de mí, sus ojos están fijos en las letras que lee apasionadamente, pero eso no me asegura que no me verá si empiezo a actuar indecentemente; suspiró y tomó asiento a su lado.

-Daniel... -musito, interrumpiendo su lectura, me levanto de sus piernas para ver al verde en sus ojos.

No lo estoy escuchando, no me está importando lo que lee, sólo quiero que se calle.

Endurece la mandíbula sacando aire por su nariz, sé que no le gusta que lo interrumpa, y él sabe que lo sé. Cierra el libro, marcando la página con su dedo, su mirada se dirige a mí, molesta.

-¿Dime? -puedo notar como sus nudillos se vuelven blancos, sus dedos se afincan sobre la tapa del libro.

No puedo ser tan cruel y decirle que haga silencio, no puedo negarle el placer de hacer algo que le gusta, no le haré lo que me han hecho a mí.

Ahora, estoy a kilómetros de él, pero cuando el invierno llegué, volveré a sumergirme en sus brazos, en el calor de su cuerpo y en la dulzura de sus palabras, de momento tendré que conformarme con el sabor insípido de los labios de Daniel.

-Sólo... Quería decirte que me gusta mucho escucharte, cada vez recitas mejor, me es emocionante escucharte -sonrió de la forma más sincera que puedo. No lo haré sentir mal por mi capricho.

Su expresión se relaja, me sonríe, se inclina hacia mí dejando un beso sobre mi mejilla, estiró mis labios dejando que mi rostro le de una señal de agrado. Él vuelve a recostar su espalda del tronco del árbol, mientras me vuelvo a recostar del suelo, está vez dispuesta a escuchar.

🍓🍓🍓

Antes de que el manto de la noche ocultara el panorama, Daniel me acompañó a las puertas del castillo Weinhooth, se despide con un beso en mis nudillos.

Daniel y yo se supone que somos una pareja, secreta y discreta, puesto que siempre que estamos en el castillo nos comportamos como jóvenes de época, refinados y educados, donde los únicos placeres que disfrutamos son la lectura, la música y el baile, ocasionalmente.

Una vil mentira, pero una que nos ha mantenido unidos.

Mi abuela sabe que tengo este pequeño romance de adolecentes con él, sabe que sólo nos damos afectado en la privacidad de nuestros aposentos, a la vista pública sólo somos amigos de infancia. Me ha dejado muy en claro que debe seguir donde está, en la privacidad, de lo contrario arruinaría todo por lo que ha trabajado arduamente.

Desde que tengo trece años he estado prometida con Harry Portland, el príncipe y futuro heredero al trono de Inglaterra, mi abuela sueña con que yo ocupe el trono al lado de él... No es una idea que me desagrade, pero... Hasta que nuestro momento de ascender llegue, yo disfrutaré de cierto libertinaje.

Un romance adolescente donde me dedican poesía, canciones hermosas; y una aventura prohibida donde un fuerte y caballeroso hombre me enseña de pasión y lujuria; donde pinta mi rostro en un lienzo, donde me venera y me recuerda que soy todo lo que puedo querer y mucho más.

Mi Stefan... Tan grande y maravilloso, me siento segura en sus brazos, lo cual es un suicidio... Pero ¿Cómo puedo sentir agonía, cuando lo único que siento es hambre y deseo?

Las puertas del castillo se cierras tras de mí, el castillo es silencio, está infestado de personas, pero aún así se siente como una soledad infinita. Como un silencio de ultratumba.

Nathan, mi gemelo, ha estado en París, así que he estado más sola de lo normal, lloré cuando se fue de mi lado, no frente a él, pero lo hice.

Me siento sobre la cama, sobo mi cabello buscando desestresarme. Hoy tuve más paz que en toda la semana, espero poder dormir tranquilamente, volver a tener uno de esos sueños prohibidos con Stefan y despertar reluciente otra vez. Tal vez una buena noticia llegué, y pueda viajar a París, a verlo...

Stefan fácilmente podría ser un sugar pero de los bellos, pero es mejor que lo mantenga en la imaginación y no en la realidad.

Como siempre digo: por la trama todo es válido.

Besitos, preciosuras❣️

Lost SoulsWhere stories live. Discover now