Cerrado hasta el anochecer

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Relato en colaboración con Lauradadacuentista

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Relato en colaboración con Lauradadacuentista


Valencia (España), 31 de octubre de 2022

«Piluca, te hace falta un buen corte», me dije pasándome las manos por la nuca.

Odiaba cuando los mechones de esa zona estaban demasiado largos y se quedaban tiesos al tropezar con los cuellos de las chaquetas.

Venía de comprarme mi disfraz de Halloween de enfermera sexi para la fiesta de esa misma noche. Iba cargada de bolsas, al estilo Pretty Woman, con los complementos necesarios para convertirme en una mezcla irresistible entre terrorífica y sensual, pero siendo puntillosos, me faltaba ese retoque en el pelo para bordar mi look. La pena es que ya eran las siete e iba demasiado justa de tiempo.

Entonces la vi.

A pocos metros de la catedral había una peluquería que acababa de encender su rótulo en ese mismo momento, y yo, atraída cual polilla a la luz, allí que me metí. No me sonaba para nada haber visto antes aquel establecimiento y eso que yo me pateaba aquellas calles del céntrico barrio de El Carmen, día sí y día también.

—¡Buenas tardes! —saludé mientras el sonido de una campanita anunciaba mi entrada—. Quería saber si me podríais hacer un hueco para cortar.

Era un salón extravagante, decorado con telas de araña y velas negras, en el que seis clientes que eran atendidos por tres profesionales se giraron a mirarme, casi a la vez, con un gesto de especial curiosidad. Tampoco me extrañó demasiado pues yo sabía de sobra que tenía un físico que llamaba la atención.

—Claro que sí, preciosa —me respondió un chico con un estilo vampírico la mar de conseguido. Cara pálida, pelo negro repeinado hacia atrás, lentillas rojas y hasta colmillos postizos—. Siéntate aquí mismo, enseguida estamos contigo. Has llegado en el momento ideal, pronto comenzará lo bueno, mira.

Me sonrió, desplegando tremenda dentadura, y señaló hacia la pared de enfrente. Justo arriba de los espejos había un cartel luminoso que decía: «Cerrado hasta el anochecer».

Yo no comprendí nada. Di por hecho que sería uno de esos locales alternativos que abundaban por aquella zona y que yo, como estaba hecha de una pasta más... fina, no era capaz de captarle la onda, pero, para no quedar de idiota, me limité a soltar una risita y me acomodé donde el rarito me había indicado.

Enseguida acudió una joven disfrazada de zombi con media cara descarnada. Deduje que ella sería mi estilista y me encantó. Si era tan hábil como para haberse maquillado así...

—¡Hola! ¿Cómo quieres que te haga el corte, cariño?

—Pues bastante apuradito porque me crece rapidísimo.

—¡Eso es! Si fuera un brazo o una pierna, pero el pelo crece... —respondió ella y se rio demasiado para mi gusto.

Desplegó sus herramientas y el atrezo era impresionante: bisturíes, sierras, navajas y cuchillas de todo tipo y tamaño. «¡Jolín, menudos detalles hallowenescos más currados!», pensé. Tomó unas tijeras y comenzó a trabajar.

Noches de octubreNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ