16 DAN

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—¡Dan!

La mano de Shannon se detiene en su vertiginoso movimiento al introducir y sacar casi con rabia el consolador de su coño.

Tiene los ojos abiertos como platos, la respiración agitada y las piernas tan separadas que le tiemblan un poco. Es todo un espectáculo que no hubiera querido perderme por nada del mundo. Verla masturbarse delante del espejo hace que la cancelación de la velada con la pintora coreana haya valido la pena.

Shannon hace el intento de sacar de su cuerpo el aparato que la estaba ayudando a aliviarse, pero me apresuro a alzar mi mano.

—No pares —le digo. Hago un gesto con la barbilla y le sonrió—. Sigue. Quiero ver cómo te corres.

Nos sostenemos la mirada unos instantes; la de ella, altiva, orgullosa, me deja muy claro que no se avergüenza de que la haya pillado; la mía es implorante. No quiero que se detenga, necesito ver cómo sus facciones se crispan justo en el momento en que llega al orgasmo.

Cuando creo que va a decir que ya no quiere continuar, vuelve a introducir el aparato en su vagina, pero solo un poco, lo justo para apoyar la cabeza redonda en la abertura a su cuerpo.

—Di, simplemente, «por favor» —me pide con calma; demasiada para un momento en el que el aire de mis pulmones ha comenzado a hacerse pesado como el vapor de agua al bullir dentro de un caldero—. Basta con pedirlo, no siempre hay que ordenarlo.

—Por favor, Shannon —me someto a sus palabras con tanta rapidez que yo mismo me sorprendo—. Déjame verte.

Todavía manteniendo nuestros ojos fijos en los del otro, ella entierra el vibrador en su cuerpo. Observar cómo se pierde en su interior hasta la empuñadura me deja sin respiración y hace que sienta un tirón en la ingle, tan fuerte que toda mi sangre vuela hacia mi polla, que se vuelve dura como una roca.

El vientre de Shannon se contrae ante la intrusión y deja escapar un largo jadeo que arranca uno idéntico de mi garganta.

Sin apartar la vista de mí, repite el proceso una y otra vez, imprimiendo más energía en cada acometida. Cuando lo saca está húmedo e impregnado de sus fluidos. Por un momento creo que puedo batir mi propio récord y correrme solo con mirarla mientras ella trata de hacer lo mismo.

—Adelante —grazno. Casi no reconozco mi voz porque la saliva no me llega a la garganta—. Estoy que me muero porque lo hagas.

Ella redobla sus esfuerzos. El sordo ruido de la vibración del aparato entra en mis oídos como si fuera la hipnótica melodía producida por el flautista de Hamelín; dispuesto a seguirla hasta donde ella quiera llegar.

Me deshago de mi ropa con tanta premura que algún botón de la camisa salta del ojal. No espero a tener la cremallera del pantalón abierta del todo. De un tirón, me lo bajo y, con él, mi ropa interior. Me quedo desnudo ante ella, con una erección pulsante que empieza a ser dolorosa y que reclama atención.

—Sigue, Shannon —la aliento a la vez que mi mano desciende por mi polla, desde la punta hasta la base, en donde aprieto levemente para notar que se hincha un poco más—. Cuando sientas que llega tu orgasmo, déjame acabarlo a mí; déjame beberte, ¿sí?

Ella asiente sin dejar de mover su mano. Tiene las pupilas dilatadas, la mandíbula en tensión y los labios entreabiertos, a través de los cuales introduce aire a bocanadas.

Soy consciente del preciso momento en que el pico de su clímax comienza a asaltarla; su mano, aunque pareciera imposible, se mueve cada vez más rápido.

—¡Dan! ¡Dan! ¡Estoy...! ¡Estoy...!

No la dejo acabar. Me arrojo de rodillas delante de ella y, con un único movimiento, retiro su mano y el vibrador de la entrada a su cuerpo para cubrirla por completo con mi boca. Noto cómo los espasmos se suceden y los cálidos fluidos emergen de ella casi a borbotones. Mi lengua trata de ser un sustituto aceptable del vibrador y asalto su hinchado clítoris sin piedad. Bebo como jamás lo había hecho y la escucho gritar mientras sus manos se aferran a mi pelo para pegarme contra sí tanto como es capaz. No me importa el dolor con tal de que ella se convenza de que la acompañaré hasta las puertas del infierno, si hace falta.

La Musa de FibonacciTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang