—Siento que me falta el oxígeno —papá se levanta del sofá y afloja el nudo de su corbata en busca de aire—. ¡¿Qué es eso?!

—¿Un... disfraz? —Intento hablar. El hecho de que está exagerando es notorio, pero el que mi hermano se levante con la misma cara me asusta.

—¡Está desnuda! —Sigue el mismo patrón de mi papá—. Dios mío, se le ven las nalgas. No vas a salir así.

Mi mamá se echa a reír en el sofá admirando el show de estos dos y Matteo prefiere buscar defensas, así que me deja sola y se va con mi madre al sofá a admirar todo el show.

—¡Madison, mírala! —Me señala papá—. Mi pequeña no saldrá así.

—¿Me veo mal?

—No, Aitara, estás guapísima —mi madre se levanta en mi defensa—. Y te vas a ir así, estos dos son un par de intensos.

—¿Intenso? Mi hija es una niña y va casi desnuda a una fiesta de mafiosos —se intenta explicar—. Más te vale que no le quites los ojos de encima.

Pasa su mirada de reproche a Matteo que solo asiente.

—No es una niña, tiene veinte años, casi veintiuno —mamá se detiene frente a él—. Y vestirá como desee, déjala en paz.

Lo señala y él da un suspiro largo y ruidoso.

—No estoy preparado para esto.

—Mi amor, es una joven, no una niña, tienes que entenderlo tarde o temprano —mi mellizo intenta protestar—. Y tú, ni opines, parecen dos dramáticos.

—Pero... —papá intenta hablar.

—Pero nada —se gira hacia mí—. Nena, vete, disfruta tu noche que estás guapísima y ese cuerpazo que heredaste de tu madre no lo tienes de adorno —sonríe y nos acompaña a la puerta. Matteo sube al coche y yo me quedo con ella.

—Mi papá es un dramático, solo estoy enseñando un poco de nalgas —bromeo con ella—. ¿Luzco hermosa o no?

Me aparto y levanto los brazos a mis costados dando una vuelta.

—Luces, como una auténtica diosa, anda y disfruta la noche —me guiña un ojo—. Bebe mucho y pásala bien.

—¿A que viene ese guiño?

—¿Guiño? ¿Cuál guiño? —Se hace la que no sabe.

—Aja. Ahora no sabes.

—Vi como se veían  —señala sus ojos con dos dedos y luego a mi—. Te estoy observando.

Echo a reir ante sus suposiciones sin sentido.

Le lanzo un beso y corro al coche. Mi acompañante se queda viéndome unos segundos y hago lo mismo inconscientemente, solo lleva el chaleco antibalas, unos pantalones militares negros y unas botas. Las esposas le cuelgan del pantalón y se coloca las gafas Versase haciendo juego. Luce como todo un adonis.

 Luce como todo un adonis

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Mío.Where stories live. Discover now