° Cinco °

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A eso de las 11:30 de la mañana ya habíamos llegado a Ciudad Nevada.

Hazel y yo pasamos casi todo el resto del camino dormidos, ni siquiera nos dimos cuenta del momento en que los chicos hicieron una parada para cambiar de conductor.

—Bueno, chica pecas, bienvenida a Ciudad Nevada —le digo a Hazel, quien ve todas las calles de Center City asombrada.

—Vaya, nunca me la imaginé así, si soy sincera. Siempre creí que era más pequeña.

Salimos del centro de la ciudad para adentrarnos en las calles residenciales. Pasamos por el parque Evergreen, dónde se veían a los niños corretear y a personas haciendo ejercicio. Muchos recuerdos se aparecieron en mi mente.

—Primera parada, la casa Ferguson —anunció Andy, deteniéndose frente a la casa de Bea.

La casa Ferguson seguía igual que la última vez que vine de visita con Bea. El jardín bien cuidado y la fachada del mismo color blanco de siempre. Andy ayudó a Bea a sacar su mochila de la parte trasera del auto. Se despidió de Evan como siempre: con un beso de despedida, y de los demás con un «nos vemos más tarde»

—Oh, Aidan, por cierto —me llama Bea ya estando fuera del auto—. Dale eso a tu mamá, ¡Y no lo abras ni dejes que Sam lo vea! —exclamó yendo hacia la entrada de su casa.

—¿A qué se refiere? —pregunté a los demás.

—Al cartel —Evan señala el rollo de papel de atrás.

—Ah.

Diez minutos después dejamos a Evan en la casa de sus padres.

—Mis saludos a ricitos.

Él sonrió.

—Nos vemos más tarde —se despide, yendo hacia la casa. Sabía que en nuestra estancia en la universidad, Ava había vuelto a la vieja casa de los Ross y que su mamá cuando está en la ciudad se queda aquí.

—Este lugar es lindo —admite Hazel, pasando de ver la calle a nosotros.

—¿Qué tal ir a conocer después del almuerzo?

—Me gusta la idea —ladea una sonrisa, viéndome de soslayo.

—Me gusta que te guste esa idea —la señalo, haciéndola reír.

Poco tiempo después de haber dejado a Evan, Andy detiene el auto frente a mi casa.

—¿Esta es tu casa? —preguntó Hazel.

—Así es.

—Es muy linda —observa a través de la ventanilla.

—Así como yo, ¿A qué sí?

Ella solo rodó los ojos negando con la cabeza.

Sacamos nuestras cosas junto con los regalos de Sam y el recado de Bea para mí mamá. Me pregunto qué habrá hecho esa elfo de ojos verdes.

—¡Nos vemos más tarde, chicos! —se despide Lyla agitando su mano.

Estando frente a la puerta toqué con los nudillos. Desde adentro escuchamos pasos apresurados he incluso cómo algún jarrón cayó al suelo y se rompió.

Y es un muy sonriente y emocionado Sam quien nos abre la puerta.

Desde hace un par de meses no veía a mi hermano sin una pantalla de por medio. Además del diente de leche que había perdido, mi hermano estaba empezando a tener pequeños cambios físicos: su antes muy rizado cabello empezaba a ser solo ondas desordenadas, igual que el mío, las pecas y lunares en sus pómulos, mejillas y el puente de su nariz eran más prominentes que la última vez que vine, incluso había crecido unos cuantos y considerables centímetros.

Solo Me Importas Tú [Loved #2] ✅Where stories live. Discover now