Capítulo 2: You belong with me

494 78 3
                                    

Si fuera un día normal, Volkov se sentiría aliviado por haber llegado ya a casa. Pero no es un día normal y no puede estar aliviado porque el trabajo todavía no ha terminado. En una hora, a las ocho y media, hablará con Horacio sobre lo que tienen que hacer. Evidentemente no ha cambiado de opinión, y no va a invitarlo a su piso a beber vodka, pero sí van a hacer una videollamada. Volkov espera que les lleve poco tiempo, porque su hermana y Nikolai han reservado para cenar fuera a las nueve y media.

Le pone la comida a Mika y la llena de caricias y palabras cariñosas un rato, hasta que decide darse una ducha rápida. Cuando sale, duda sobre qué es adecuado vestirse: no va a ponerse la misma ropa que usó por la mañana después de haberse duchado, pero tampoco quiere ponerse ya la ropa que llevará a cenar. Ponerse algo de estar por casa le parece demasiado informal.

"Es Horacio" se dice, mientras se retira la toalla y se pone una camiseta vieja de manga corta de color gris que utiliza muchas veces para dormir y unos pantalones de chándal negros, "nada es demasiado informal con él".

Cuando le coge la llamada -porque el que llama es Volkov- se da cuenta de que estaba en lo cierto: nada es demasiado informal con él.

—Qué pasa, ruso —saluda, como si fueran amigos. Volkov se pregunta momentáneamente si Horacio cree que lo son, pero enseguida se centra en la imágen que tiene frente a él en la pantalla—. ¿Estoy muted?

—E-Eh... ¿qué? —Horacio sonríe mirándole a los ojos, pero Volkov nota cómo baja la mirada a sus hombros y a su pecho, para después volver a subir a su cabello, aún húmedo y despeinado por la ducha.

—Que si me oyes —dice Horacio, con suma tranquilidad, después de recorrerlo con la mirada. Volkov piensa que tal vez no es la primera vez que no lo hace, pero él no suele fijarse en esas cosas, por lo que no debe de haberse dado cuenta. O tal vez sólo lo haya hecho en esa ocasión, porque le llama la atención cómo va vestido— ¿No me oyes?

—Sí, sí —responde rápidamente Volkov.

Esta vez es él el que observa la imágen de Horacio. Debe de haber acabado de salir de la ducha él también, porque también tiene el pelo aún mojado y justo en ese instante se está echando hacia un lado, que Volkov no llega a ver, para coger una camiseta y ponérsela. Podría habérsela puesto antes de descolgar la llamada, pero esperó unos minutos para hacerlo. Es un detalle al que Volkov, de todas formas, no le da mucha importancia.

—Estás guapo con esa camiseta —suelta Horacio, antes de que él tenga tiempo de empezar a hablar del trabajo. Volkov se pone un poco nervioso, porque no está acostumbrado a recibir comentarios así -excepto los de Horacio- y nunca sabe qué responder—. Bueno, estás guapo siempre, pero más cuando vistes un poquito menos pijo.

—Visto de manera adecuada para trabajar, Horacio —dice, y por unos instantes está a punto de agradecerle el cumplido, pero finalmente acaba no haciéndolo.

—Seguro que en tu armario sólo hay polos negros y camisas blancas —Volkov frunce el ceño y mira disimuladamente el reloj de la pantalla del ordenador—. Bueno, y una camisa azul oscuro, otra beige y otra granate. Y ya está.

—Es color vino —es lo único que apunta. Ni siquiera se defiende de lo demás, porque Horacio está en lo cierto. No tiene mucha ropa, y la mayoría es tal y como ha descrito.

—Es lo mismo —responde. Volkov abre la boca, pero él corta sus palabras para ofrecer:— Puedo dejarte ropa yo, si quieres probar... algo nuevo. Algo exótico. De ropa, digo.

—Eh... muchas gracias, pero no hace falta —Horacio está conteniendo la risa, porque ya sabía que Volkov se iba a negar.

—¿La lavas mucho? ¿O tienes diez prendas iguales de cada tipo? —pregunta, tan sólo para meterse con él. Es lo que lleva intentando desde el primer momento, pero Volkov parece estar teniendo mucha paciencia esa noche.

This love is ours [volkacio]Where stories live. Discover now