Capítulo 4.

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—Entonces Tate... ¿Esas fantasías comenzaron hace dos o tres años?¿cuánto  aproximadamente?—El tono profesional, frío invadió la habitación.

—Hace dos años. Siempre es igual, comienza cuando me preparo para la noble guerra. Estoy calmado, conozco el secreto, sé lo que pasará y nadie puede detenerme... Ni yo mismo.—contó el chico jugando con las mangas de su sweater rayado.

—¿Atacas a gente que fue, tal vez, mala contigo o te agredió? —preguntó Ben, manteniendo una gélida mirada.

—Mato personas que me agradan.—Dijo el joven de cabellos dorados—Algunos suplican por su vida, no me entristece... No siento nada. Vivimos en un mundo sucio, lleno de basura y sin remedio. Siento que estoy ayudando a apartarlos de la sociedad, el vómito y el excremento de las calles. Ayudo a llevarlos a un lugar claro y lindo... Hay algo en toda esa sangre, me ahogó en ella. Los indios pensaban que puede alejar a los malos espíritus. Una vez al mes en ceremonias se cortaban para liberar a los espíritus. Es algo que me parece inteligente, muchísimo, es genial.

De pronto apareció. Se vio el mismo detrás de Ben, con su cabeza sangrando.

Al apartar la mirada y ver al doctor a los ojos le preguntó:

—¿Cree que estoy loco?

—No. —respondió este cortante.—Creo que eres creativo y creo que estás evitando un dolor grande.

"Creativo" adjetivo calificativo, una forma políticamente correcta para decirte que estas jodido mentalmente.

—¿Mi madre está preocupada por mi verdad? —soltó Tate.— Oí su llamada con ella doctor. Está desesperada, asustada.

—Apuesto a que sí, esta preocupada.—contestó el señor Harmon.

—Es una puta, en serio. Le hacia felaciones al vecino diariamente. Papá se enteró y la dejó. Me abandonó con esa zorra ¿se lo imagina?¿no es una locura? —se quejó el chico quien no solía hablar mucho con los terapeutas.

—Sé de cosas peores —le dijo el psiquiatra, que como todos, trataba de minimizar los hechos y hacerte sentir normal.

—¿Quiere contarmelas? Amo las historias.—suplicó posando sus ojos interesados en el doctor.

—No, perdón. —Contestó Ben, con una sonrisa. Sentía que estaba frente a un niño.

—El mundo es un lugar de mierda, es una puta función de terror y dolor. Hay demasiado dolor... es demasiado.—Tate como muchos deprimidos ve el mundo tal y como es.

—Quiero que, para la próxima sesión, escribas o recuerdes y pienses ¿porque piensas así? Si realmente es así —Ben por su parte, ignora los problemas del mundo diciendo que la vida es hermosa.

En el piso de arriba, encerrada en el baño. Había una joven, repitiéndose sus errores mientras deslizaba la fría cuchilla sobre su antebrazo. Las gotas de sangre caían sobre la cerámica del lavamanos.

—Así no se hace—una voz la interrumpió, había un joven rubio en el marco de la puerta.— Si te quieres suicidar es vertical ya que no se puede cocer.

—¿Cómo entraste? —contestó Violet, asustada.

—Si te quieres suicidar deberías, tal vez, cerrar la puerta —dijo Tate cerrando la puerta riéndose para si.

La fría noche calló en Los Ángeles, la familia Harmon yacía dormida o al menos casi toda.

Ben se encontraba desnudo en la oscuridad de la sala, únicamente iluminado por la chimenea que había prendido anteriormente.

Vivien se percató de su ausencia, llegando al fin de la chirriante escalera de madera, le dijo:

—Ben... ¿Que haces?

Su esposo miraba el fuego como si nada más existiera en este mundo.

—Estamos soñando... ¿verdad? —artículo, manteniendo la mirada sobre las brazas.

American Horror Story: Murder House.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora