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Desde su infancia Amy siempre soñó con el amor verdadero, nunca dudo en que lo encontraria algún dia y llegando con un rayo de luz azul Sonic la salvó de las garras de Eggman.
Ella estaba perpleja su corazón pálpito locamente, el abrazo cálido del erizo la hacia sentirse de lana, su cara se puso roja, casi se derrita entera solo por el erizo.
El la dejo en un lugar seguro y volvió a la batalla, y allí supo mientras lo veía alejarse que el amor tocó las puertas de su corazón, o eso pensó durante diez años.
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A sus 18 años, Amy termino comprendiendo a la mala que ese amor que sintió solo era una gran admiración al ser rechazada múltiples veces por el cobalto, ahora mismo ella se encontraba relajándose bajo un árbol leyendo un libro sobre un aventurero que va al oscuro Perú y encuentra una raza nueva de osos, pero si lectura se vio interrumpida por un sonido sobre ella en el árbol, ella ya sabía de quién se trataba, ya que durante varias veces ambos se encontraban en el mismo árbol.
— Hola Shadow — dijo ella mirando hacia arriba viéndolo recostado en una gran rama.
— Hola Rose — saludo de vuelta sin mirarla.
Amy estaba agradecida de que ahora pudiera compartir con su nueva amistad, desde que Eggman se retiro no había mucho que hacer por el lugar y estos momentos con el erizo de vetas rojas la hacian sentir que su compañía no era un problema, no como otro erizo que conoce.
— ¿Que lees? ¿Algo estupido como un romance? — se burló Shadow, Amy río bajo.
— Para tu información, es un libro sobre un explorador — respondió fingiendo ofensa en su voz.
Después de la respuesta siguieron conversando amenamente, pasaron las horas y ninguno se aburría del otro, disfrutaban de la compañía mutua.
— Hey, no había visto ese vestido antes, ¿Es nuevo? — pregunto Shadow mientras comía una de las galletas que llevo Amy.
— Siii, gracias por notrarlo...
— De nada, es muy bonito.
Amy se sonrojo, a pesar de que dijo que apreciaba la amistad que le ofrecia el otro no podía no imaginarlos en algo más íntimo y especial, no sabe cuándo ni como pero sus sentimientos dieron un giro de 360 grados por el erizo, lo que sabe es que nunca se lo diría, no quería sufrir lo que ya sufrió y ella sabía que el erizo no correspondia sus sentimientos.
Ella cerró el libro, miro al erizo que ahora se ubicaba junto a ella, le sonrió y pregunto.
