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"¡Dazai, deja a Chuuya-kun en paz!"

Gritó el encargado de la guardería, Mori, al escuchar el llanto del pelirrojo ocasionado por las travesuras del castaño.

"¡Pero yo no le hice nada, Mori-sensei!"

"¡Mentira! É-él me quitó m-mi sombrero y lo tiró a la b-basura."

El mayor suspiró apretándose el puente de la nariz en un intento de mantener la calma. Esos niños eran su dolor de cabeza diario.

Observó la escena: un ojiazul en el suelo llorando como si se le hubiera muerto la madre y un ojimarrón indiferente, con porte orgulloso incluso. Lo mismo de todos los días.

"Dazai, regrésale su sombrero y pídele perdón." Habló por fin el adulto con voz firme. El niño le dedicó una mirada de pocos amigos.

"No quiero." Se cruzó de brazos dándole la espalda.

"¿Por qué no?" Cuestionó acercándose al otro infante para proporcionarle unas caricias en la espalda a modo de consolarlo.

"Yo no t-te he hecho nada, Dazai." Comentó Nakahara aún con la voz quebrada, secándose las lágrimas para observar a su compañero.

El castaño se giró para encarar a su cuidador y a su "enemigo".

"¡Claro que sí me hiciste algo!" Exclamó con las mejillas rojas y las pequeñas manos hechas puños debido a la impotencia que sentía.

"¿Qué te hizo Chuuya-kun, uh?" Quiso saber el pelinegro, pues él consideraba al más bajito un niño bien educado y no recordaba que alguna vez haya hecho una travesura estando en la guardería.

Osamu hizo un pequeño puchero antes de contestar.

"¡Él me robó el corazón!"

Mundos {SOUKOKU}Where stories live. Discover now