Capítulo II: Un desfile de retorno

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El amanecer estaba presente en las tierras heladas de Norte, sin embargo, un calor especial regocijaba al hombre que leía una carta de hermosa caligrafía, habían pasado bastantes años desde que recibió cartas de ella, y cada una que lograba llegar a él era un tesoro.

—Mi adorada nieta —dijo aquel hombre de ojos verdes mientras abría aquel sobre

—Llego hace unos momentos —comentó una mujer de avanzada edad—, me supongo que está muy feliz de que su nieta le escribiera.

—Ella es única nieta —sonrió—, la única hija de Tom.

—Usted es buena persona mi señor —añadió la mujer—. A pesar de las penurias que paso por el duque, aun lo considera de su familia.

El hombre rio.

—No me queda más, Miranda. Tom es mi hijo, el único hijo que pude tener con Gina.

La señora Miranda solo sonrió nostálgica, era bien conocido el gran amor que el ahora duque de Vitale le tuvo a su esposa. La difunta duquesa de Vitale.

Gina Vitale.

—Pero mejor pasemos a temas más alegres —dijo el hombre mientras desdoblaba aquella hoja y leía la hermosa carta.

Pasando algunos minutos el rostro sonriente del hombre cambio con el pasar de la lectura, sobre todo por el tinte serio que este tomo al bajar la carta.

—Miranda —llamo el hombre—. Ya no quedan tropas del centro, ¿verdad?

—Si mi Lord, el tema con los monstruos de frontera acabo y varios de ellos deben estar ya por llegar a Centro, los nuestros están ya asentándose en estos días.

Habían pasado dos días desde que se anunció que las tropas regresaban y los suyos les demoro dos días regresar, suponía que los que iban al centro estaría ahí al segundo o tercer día si no había problema.

—Bien, por favor prepara habitaciones, que este lugar se vea agradable y cálido, además, los hombres deben comenzar su entrenamiento de recuperación. No quiero a ningún soldado sin entrenar o fuera de sus puestos.

—Así será mi señor.

—Además, pide a Max que venga aquí con implementos de escritura, ahora.

Miranda se inclinó y salió a cumplir esas órdenes extrañadas, mientras que Rolland no podía descifrar como debía sentirse.

"¿Qué sucedió, mi niña?"

La carta escrita por su nieta lo saludaba con alegría y nostalgia, hablaba de lo mucho que lo recordaba y las historias que él cómo Gina le contaban, además de que preguntaba cómo se encontraba él y sus hombres, como había llevado las campañas contra los monstruos y si se encontraba con buena salud.

Sin embargo, al seguir la lectura su nieta comentaba otro de los motivos por el cual estaba escribiendo.

El primero iba de su ceremonia de debut, comentándole que deseaba desistir de esta, no deseaba debutar y convertirse en una posible dama en elección para casarse, odiaba la idea de ello.

El segundo, se trataba de pedirle vivir con él, darle un lugar en el norte, abandonando toda conexión con sus padres y olvidándose de que alguna vez fue del centro de Calidenid.

Rolland quedó impresionando ante tales palabras, sabía qué clase de educación le proporcionaba su nuera a Marinette, por supuesto no era mala, más bien era un deber que "toda mujer" debía cumplir, el salirte de esta norma era una gran impresión para ser excluida, muy pocas mujeres optaban por ello.

Al Dulce Sabor de VivirHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin