Prologo: Una muerte tranquila

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Los gritos y el terror por todo el salón comenzaron a inundar el lugar sin contemplaciones y a aturdirla.

— ¡¿Cómo te atreviste a atentar contra un miembro de la familia imperial?! —Gritó la emperatriz.

— ¡Marinette esto fue llegar muy lejos! El asesinar a un miembro de la familia real es un pecado que se paga con sangre —una joven de cabellera castaña sostenía a la princesa de cabellera rubia.

—Y-yo lo juro, juro que no hice nada.

Pero con ese vago juramento nadie creyó a la mujer la cual había preparado una buena treta para tener al hombre más popular para ella sola.

Nadie creo a la palabra de la joven Marinette, todos la juzgaban por ser un ser vil y malvado, que no merecía estar casada con el héroe de guerra que era el Gran Duque Agreste.

— ¡Por favor créanme yo jamás le haría daño a la princesa Zoé!

— ¡Atentaste contra mi hermana, desquiciada!

—N-no

—Esa mujer es muy vil, seguramente lo hizo para que su esposo no le pidiera el divorcio.

—Estoy segura, y la princesa que la trataba tan bien.

—Es malvada

—Merece la muerte

—Merece ser colgada

—Quemada.

— ¡Debe morir!

— ¡Guardias! —la voz del Emperador resonó en el lugar —¡Llévense a la mujer pecadora a la prisión!

—Su Majestad —rugió un hombre que llegaba hasta donde estaba Marinette siendo sostenida por varios guardas que ya se habían movido para capturarla.

— ¿Te atreves a cuestionar mis ordenes, Agreste?

—No, yo mismo llevare a la pecadora a la prisión.

El rostro que creyó que estaría a salvo por que su esposo estaba, se tornó asombrado y dolido ante tal comentario.

—Y-yo no hice nada Adrien, por favor debes creerme...

Marinette que intento tocar su mano para que la viera fue rechaza con la mayor frialdad y odio posible mostrado ante los ojos verde hielo que la miraban, por lo que no tuvo más remedio que callarse y bajar la cabeza.

—Ja, eres su esposo, como podría creer en ti.

—La llevare al pabellón del anhelo, Su Majestad.

Ante tal respuesta todos en aquellos en la sala temblaron, aquel pabellón era de uno acceso para criminales que perjudicaran a la familia imperial, del cual solo podían salir aquellos que fueran miembros de la realeza imperial.

El único lugar del Imperio que deshabilitaba magia y armas, un lugar de locura que hacía a sus prisioneros anhelar la libertada y morir al mismo tiempo por la locura experimentada, deseando la muerte más dolorosa posible.

El lugar de tortura más apropiado por la familia Imperial.

El emperador miro con ojos de asombro, pero luego de ira y soberbia al hombre.

—Muy bien, lleva a la pecadora a ese pabellón, Gran Duque Agreste.

[...]

El camino fue silencioso por los pasillos vacíos y los cuales eran fríos y desolados de las prisiones y con cada paso que ella daba, sus ganas de vivir acaban y dolieran más.

Al Dulce Sabor de VivirNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ