Capitulo 09

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Después de unos largos quince minutos hablando de lo mismo, Kiara salió del despacho dejando a Carlisle a mitad de conversación.

—¡Kiara!— El rubio grito mientras perseguía a su esposa.

La pelirroja bajo las escaleras mientras ignoraba a el rubio, así que al llegar a la entrada donde estaban su hijo, su hermano y la intrusa, se detuvo y miro a todos con detenimiento antes de hablar.

—Nos iremos ahora mismo, Ed— Kiara se acerco a el pequeño mueble que estaba en la entrada y tomo un par de llaves. Unas eran de un auto y las otras se desconocía.

Esme estaba de hablar pero se quede callada cuando vio a Joseph hacerle señas para que se callara.

—Vamos vamos, yo manejo— Edward le quitó a su madre las llaves de las manos, para luego salir de la casa con una gran sonrisa maliciosa.

Carlisle no dejaba de ver fijamente a su esposa, está solo mantenía la cabeza en alto antes de darse media vuelta y salir detrás de su hijo.
Seguido de esto se escuchó como un sonido de un auto alejándose de ahí.

—Le doy dos días para que te mande el divorcio— Joseph miro el reloj en su muñeca y luego miro a su cuñado.

—Ella no me mandará nada, así que cállate ya— El rubio seguía sin quitar la mirada de la puerta por dónde la pelirroja se había ido. —Por que no paso nada, solo está haciendo un berrinche como siempre.

—¿No paso nada? Los escuchamos gritarse como locos— Esme negó y se dió media vuelta para irse de ese lugar.

  °°°°°10 minutos antes en la oficina°°°°°

Ya dije miles de veces que entre ella y yo no hay nada— Carlisle hablo con tranquilidad mientras miraba a su esposa.

—¿Entonces por qué carajos la pones primero en todo?— El grito de la pelirroja retumbó en la pequeña oficina.

Mientras más se enojaba, el color de su pelo iba aumentando mientras que su paciencia iba agotándose.

—Kiara por favor baja la voz, Edward nos va a escuchar—Carlisle suspiro y trato de acomodarse en su silla.

Kiara soltó una gran risa, pero no cualquiera... Si no una amarga y con desprecio.

—¿Ahora sí te importa mi hijo?—Hablo con desprecio y en su mente varios pensamiento viajaron muy rápido haciendo que las palabras salieran por si solas de su boca.
—¿Esme o yo? Si ella sigue un minuto más aquí, yo me iré de esta casa con Edward.

Carlisle dejo de moverse al escuchar esas palabras, parecía como si se hubiera congelado o algo parecido, hasta que empezó a balbucear.

—Y-yo... Cariño— Hablo temeroso y seguía sin poder decir algo coherente.

La pelirroja al ver que su esposo no dijo nada, puso su cabeza en alto y se dió media vuelta para salir de esa oficina.

—¡Kiara!—El rubio grito mientras perseguía a su esposa.

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Edward majeno al rededor de quince minutos hacia las afueras de la ciudad, mientras que Kiara miraba indecisa su anillo de compromiso.

—El no te merece, fue un idiota al escogerla a ella— Edward miro de reojo a su madre por un par de segundos.

—Que tu padre y yo estemos peleados no significa que tú seas grosero...—Nego y alejo su mirada del anillo. —Llegamos, para aquí...

El castaño le hizo caso a su madre, así que detuvo el carro frente a un edificio que al parecer eran unos departamentos.

—Tu tío Josh y la manía de querer regalarme un departamento a donde sea que vamos— Sonríe y baja del auto para acercarse a la entrada del edificio. —Despues bajamos las maletas, entremos ahora.

Los dos entraron al edificio en busca del departamento, desde que Joseph le dio su sorpresa a Kiara no lo habían visitado ya que solo era para emergencias o para una ocasión especial entre ella y Carlisle.

—¿Último piso? ¿Por qué? Si no fuéramos inmortales, en este instante tendrían que darme respiración boca a boca— Edward gruñó y termino de subir los últimos escalones.

—Deja de quejarte y entra de una vez—Kiara lo miro divertida y cerró la puerta cuando lo vio entrar. —Solo estaremos aquí un tiempo, no será permanente...

—Hasta que el se disculpe ¿Cierto?— El negó y miro a su al rededor antes de ir a conocer el lugar.

La pelirroja se quedó en su lugar mientras debatía si en lo que había echo era buena idea o se arrepentiría de eso. Sentía que era un poco de berrinche lo que estaba haciendo pero si quería dar su lugar de esposa en la familia tenía que tomar cartas en el asunto y no ser débil.

~Dos días después~

¿Que tanto haces?— Edward entro a la sala de estar y miro a Kiara con un montón de papeles a su al rededor.

—Regresare a trabajar y me pidieron un par de papeles para que me den el
alta— Cierra un par de carpetas y las guarda en una caja que está frente a ella.

—¿Cuando será eso?—Edd tomo asiento en el piso y se recargo en el sofá dónde Kiara estaba sentada.

—No lo sé... Tal vez en un par de días ¿Por qué?— Con una mano tomo una hoja y centro su vista en ella, con la otra acarició el cabello de su hijo.

Edward se quedó quieto en el piso y cerró los ojos antes de hablar.

—¿Podemos pasar un día de madre e hijo....?— Susurro lo más bajo posible al estar tan relajado.

Kiara dejo de leer la hoja que tenía en su mano y su vista viajo a su hijo.

—Me encantaría ¿Que día quieres que sea?— Le sonrió con dulzura.

Aunque Edward y Kiara tenían casi la misma edad, se sentía la gran madurez que la pelirroja tenía y Edd parecía un niño pequeño que necesitaba el cariño de una figura materna.

—Que te parece si empezamos ahora— Edward abrio los ojos y miro a su madre con una gran sonrisa.

—Eddy... cariño necesito entregar estos papeles...— Dejo de hablar cuando vio como se le iba borrando la sonrisa a su hijo. — Esos papeles pueden esperar, empecemos ahora.

Con solo mover un dedo los papeles empezaron a levantarse y guardarse en sus correspondientes carpetas o cajas.

Los dos se levantaron de su lugar y Edward dió algunas ideas de que Kiara podía enseñarle a pintar o dibujar algunas cosas.

—Podrias enseñarme a dibujar o a pintar, así tendría algo que hacer cuando vallas a trabajar...— Edward caminaba tras su madre.

—No, ayer encontré algo en la habitación de huéspedes y se que te encantará— Se detuvo al final del pasillo y abrió la puerta.

Cuando la puerta se abrió dejo a la vista un piano, en vez de los muebles que deberían de encontrarse ahí.

—¿Un piano? ¡Mi madre me enseñó a tocarlos hace años atrás!— Ah Edward le brillaron los ojos al recordar ese momento y corrió dentro de la habitación.

—Creo que tú serás el que me enseñe— Kiara sonrió y entro detrás de el para sentarse a su lado.

Edward suspiro antes de empezar a tocar, mientras que la pelirroja de su madre lo miraba con admiración.

Así paso el resto del día, entre risas y regaños por no explicar bien o no poner atención.

Corazón Roto- Carlisle Cullen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora