El castigo de los amantes alados

Prometiste una flor roja

—¿Mal? 

—¿Qué pasa?

—¿podrías llevarme al lugar donde llegaste a mi? 

—Con gusto.

Legamos al lugar que ella quería, justo a un lado del rio, La acune entre mis brazos y comencé a susurrar la canción de cuna que ella cantaba para mi. 

—Lo siento Mal - dijo de pronto 

—¿Por qué te disculpas? -  pregunte 

—Yo...tal vez no pueda quedarme aquí contigo

—Descuida, yo te seguiré a donde quiera que vayas. 

—te lo dije, ángeles como tu no descienden al infierno conmigo, 

—Descenderé al infierno mas profundo por ti. 

—Pero ahí no habrá flores 

—Recuerda que prometí crear una flor para ti 

—Me gustaría verla. 

—Te la mostrare, te la mostrare ahora mismo. 

Extendí mi mano, y con la energía angelical que me quedaba comencé a formar una flor, primero el tallo, después los pétalos

—Pero es blanca - dijo ella de pronto - me prometiste una flor roja 

—Y será roja - dije de pronto mientras le sonreía, tenia que concentrarme en la flor pero también quería mirarla - te prometo que será roja.  

—¿Te imaginas? - dijo ella con una sonrisa - el infierno cubierto de estas flores rojas. 

—Te prometo que lo cubriré por completo para mi 

—Me gustaría verlo. 

Lo ultimo que vi fue una sonrisa que permaneció en su labios, Liliet murió justo antes de que aquella flor blanca se convirtiera en roja y abriera sus pétalos, juntos con las miles de flores que aparecieron de pronto ahí.