Cicatriz

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—¿Estas segura de esto? - le volví a preguntar 

—si, lo estoy 

—¿toda la palma?¿Estas segura?

—Si, lo estoy, así estaremos iguales. 

—pero mi palma es mas grande que la tuya 

—déjame ver  

Extendí ambas manos frente a ella, Liliet las miro un rato, lentamente extendió sus palmas frente a las mías, acercándose lo mas posible pero sin tocarnos. Yo cerré los ojos mientras sentía el calor que emanaban de sus manos. 

—Me gustan tus manos - dijo tocando con suavidad mis palmas. 

—A mi también me gustan las tuyas - respondí cuando sentí que ella entrelazaba sus dedos con los míos

—¿Podrías colocar la marca en mi hombro? - susurro dejando mis manos 

En ese momento abrí los ojos

—¿En tu hombro? 

—Así será como si esas manos fuertes estuvieran siempre dándome un empujón para seguir, o un abrazo cuando sea necesario. 

Asentí, ella sonrió se coloco de espaldas a mi y lentamente se descubrió el hombro. Yo permanecí ahí mirando su piel lisa y sin defecto alguno. A partir de este día y mientras ella viviera llevaría mi marca con ella. 

—¿Estas lista? - pregunte mientras extendía mi mano hacia su hombro 

—hazlo rápido - dijo ella 

—Hagamos esto despacio y sin prisas - dije susurrando en su oído - hagamos de este también un recuerdo valioso. 

Me coloque de tal forma que mientras yo dejaba aquella marca en su piel nuestros ojos se mirase. Mientras mi piel y la de ella quemaban, sus ojos y los míos no dejaron de mirarse.

 Ella no grito, ella no lloro, ella solo me miro y sonrió y yo hice lo mismo hasta que Liliet se desmayo.    

El castigo de los amantes aladosWhere stories live. Discover now