Capítulo 28: Sólo a ella

Start from the beginning
                                    

Hope se atragantó con su té.

—No te preocupes, Eva. Aquí no va a pasar nada que no quieras que suceda. Vamos a ir a tu ritmo; eres tú quien marca el paso.

Aquellas palabras seguramente sonaron perfectas y dadivosas en su mente, mientras que en la mía eran una carga terrible: si algo sucedía era mi decisión, si no pasaba nada y la noche resultaba una decepción, sería mi culpa.

Su acto de galantería era en realidad el equivalente a darme todas las excusas que necesitaba para ir corriendo de regreso al clóset y ponerle una tranca de madera; y veinte clavos; y una cadena con tres candados.

Hope lo sabía. Ahora, en retrospectiva, entiendo a la perfección lo que estaba haciendo y no puedo culparla por haberse lavado las manos de lo que sucedería después.

En ese momento, sin embargo, sus palabras solamente sirvieron para aturdirme en lugar de tranquilizarme.

La música suave que sonaba desde la laptop de Hope no era particularmente romántica ni sexy; pero era una ambientación perfecta para quedarse en silencio y disfrutar del té. Ella estaba relajada, y quizás incluso, divertida con mis miedos tan evidentes.

Dejó su taza sobre la mesita de centro, tomó una caja de cerillos de madera, encendió un par de velas aromáticas y apagó la lámpara. La sala se impregnó casi al instante de un olor a vainilla.

«¡Ah!», pensé, «pero si ya he estado aquí mil veces, y sé muy bien lo que viene después». Respiré profundamente, dejando que ese olor con el que había soñado repetidamente durante semanas, por fin llenase mis pulmones en la realidad. Cerré los ojos, disfrutando también el aroma del té.

Me relajé y decidí platicarle algo que nunca le había contado a nadie: mi experiencia semilésbica con Ana.

Hope estaba intrigada, se reía, se sorprendía, intervenía en la narración con preguntas sobre Ana, su físico, su carácter y el grado de compenetración que existía entre nosotras antes de esa noche.

Durante las partes más emocionantes de mi historia, ambas nos habíamos ido acercando poco a poco, primero ella unos centímetros, luego yo; después ella nuevamente.

Al final de la narración, Hope me reprochó con la mirada.

—¡Impía! —Se tapó la boca con las manos—. Fuiste a misa después de haber besado y tocado a una mujer.

—Lo dices de broma —Levanté una ceja—, pero para mí sí resultó una maniobra bastante cuestionable.

—Pero... —Se detuvo, frunciendo el ceño y dándose tiempo de elegir con cautela sus siguientes palabras—, tú no crees esas cosas sobre el cielo y el infierno... ¿o sí?

—La verdad es que no lo sé —respondí—. Una parte de mí no puede creer ni la quinta parte de lo que escucha en la iglesia.

Ella asintió, de acuerdo conmigo.

—Pero hay algo dentro de mí, que a veces sacude mi escepticismo y me obliga a preguntarme si estas cosas podrían ser ciertas.

—¿Es por la religión que has mantenido tu virginidad? —preguntó sin endulzar sus palabras.

Tardé un poco en responder.

—No —dije por fin—. Tuve varios novios en la adolescencia, pero ninguno que valiera la pena presentarle a mis padres, mucho menos acostarme con ellos —Hice una pausa, recordando y sopesando mi única relación duradera—. A Camilo lo amé profundamente, podía verme envejeciendo a su lado, pero aunque su físico es perfecto —dije, a falta de una mejor expresión—, la realidad cruda es que nunca lo deseé.

Sólo a ella | #PGP2024Where stories live. Discover now