La hija de mi mejor amigo

Capítulo 12

Sabía que para mi familia iba a ser difícil de aceptar y entender que me gustara tanto una chica por el hecho de estar embarazada, pero eso no tenía nada de malo, yo también sabía que no sería fácil lidiar con la situación, pero estaba dispuesto a intentarlo. Siempre y cuando Mariana también quisiera intentar algo conmigo.

-Tu mamá se va a volver loca cuando se lo digas.
-Y es por eso que no se lo voy a decir hasta que esté seguro de que es lo que va a pasar.

-Marcelo ¿Estás conciencia de que un bebé es una gran responsabilidad?
-Lo sé.
-¿Y sus papás que dicen?
-Ellos tampoco saben que está embarazada.
-¿Cómo que no lo saben?
-No, Mariana no se los ha dicho... Solo lo sabe su abuela y algunos amigos.
-¿Y su abuela que dice?
-No sé, a ella no le gusta hablar mucho de eso; papá apenas nos estamos conociendo, no es como que nos vayamos a casar.

-Uno nunca sabe hijo.
-Abuelo, casarme no es esta en mis planes.
-Ya veremos Marcelo.

Sebastián
Por fin había llegado a mi primer escala, tenía que esperar una hora para poder abordar el siguiente vuelo que me llevaría a Milán, estaba muy emocionado y nervioso por ver a mi niña, cada vez faltaba menos para reencontrarnos después de casi 5 meses. Aproveche ese tiempo para comprar algo de comer y esperar a que dieran la llamada para abordar, solo restaban un par de horas para estar en la ciudad donde se encontraba ella; cómo iba a llegar de madrugada no iría a buscarla de inmediato, me iría al hotel a descansar para el día siguiente llamarla y darle la sorpresa.

Mariana
Por alguna razón esa noche no pude dormir en absoluto, me sentía cansada y con algo de dolor en la espalda, mi abuela me fue a ver en la mañana porque ya era algo tarde y yo seguía acostada.

-¿Qué pasa mi niña, te sientes mal?
-Hola, no dormí nada y me duele la espalda.
-Bueno, es normal que te duela un poco, el bebé sigue creciendo y tú eres una niña muy delgada.
-Eso mismo dijo la ginecóloga, que es normal y que entre más crezca más cansada voy a estar.
-Así es cariño.
-Me voy a dar un baño y bajo.
-Te traeré algo de comer y tú quédate a descansar, mañana tienes colegio.
-Está bien, no puedo quedarme todo el día en la cama.
-Está bien, como tú quieras.

Me di un baño; cuando salí tenía un mensaje de Sebastián.

Me gustaría verte en el mismo lugar donde hicimos la última videollamada, ve y cuando estes ahí llámame.

-Mamá Nena, Sebastián me mando un mensaje.
-¿Y que dice?
-Que vaya al restaurante donde hicimos la última videollamada.
-¿Y eso para que?
-No lo sé.
-¿Vas a ir?
-Pues sí, hay buena comida ahí y hace tiempo que no hablo con Sebastián.
-Está bien cariño.
-Te veo más tarde.
-Cuídate.
-Lo haré.

Me fui en bus a la plaza donde estaba el restaurante, me dieron una mesa en la parte de afuera en la terraza, me senté y lo llamé mientras llegaba mi limonada.

-Hola.
-Hola Mariana.
-Ya estoy aquí... ¿En dónde estás, por qué tienes el celular tan cerca del rostro?
-...
-¿Sebastián?
-¿Por qué no me...?

-Hola Mariana.
-¿¡Sebastián!?

Me quedé en shock cuando lo vi parado frente a mí, lo primero que hice fue poner ambas manos sobre mi vientre con el miedo de que pudiera notar lo abultado de mi estómago, aún no era muy notorio y menos con la ropa que llevaba ese día.

-¡Estás aquí!
-¡Estoy aquí!... ¿No me vas a dar un abrazo?
-... Obvio.

Lo abracé y olvidé por completo todo, echaba de menos lo feliz que me hacía estar con Sebastián, extrañaba su voz, su risa, sus ojos, su olor, sus abrazos, ver su rostro... Extrañaba todo de él.

-¡Pero, no entiendo!... ¿Qué haces aquí?
-Mariana no tienes idea de cuánto te echaba de menos, el día que te fuiste de casa mis padres pelearon de nuevo y esa noche decidieron separase.
-Sebastián lo siento, de haber sabido que eso iba a pasar me hubiera quedado más tiempo.
-Está bien, era algo que llegaría tarde o temprano.
-¿Y tú cómo estás?
-Bueno en Nueva York no me entero de casi nada de lo qué pasa en su divorcio, mi mamá se fue con mi abuela y papá se quedó en casa así que por lo menos tendré a donde llegar en California.