Jugar al gato y al ratón

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Ginny arrastraba a Hermione por los pasillos, con un objetivo claro en su mente, llegar a la Torre de Gryffindor antes de que Zabini las alcanzase. Lo cual ocurriría pronto si no se daban más prisa. Solo les faltaba subir unas escaleras y estarían a salvo, por desgracia, Blaise estaba a unos setenta metros de ellas, y Ginny no sabía si lo conseguirían.

Subiendo las escaleras, Hermione se tropezó y el slytherin aprovechó que su querida pelirroja se parara para ayudar a su amiga. Con una evidente cara de desesperación al ver que aquella serpiente casi las había alcanzado le lanzo un hechizo aturdidor, lo cual serviría para ganar algo de tiempo. Ambas amigas consiguieron pasar el retrato de la dama gorda justo a tiempo para segundos más tarde, cerrarse a centímetros de la cara del chico.

Una vez dentro de su sala común, ambas gryffindor pudieron tranquilizarse a pesar de los gritos de Zabini que se oían en el pasillo; aunque se notaba que, a la menor de ellas, todavía le costaba respirar con normalidad. Al parecer las palabras de Blaise le habían afectado demasiado a la pelirroja.

Por otro parte, en las mazmorras todo era un caos.

Cuando llegaron Neville y Daphne al pasillo que daba a la clase de pociones se encontraron con un panorama bastante inusual, todavía había algún que otro estudiante desmayado, pero eso no era lo que llamaba la atención, no. Lo verdaderamente alucinante era ver a serpientes y leones besándose y acariciándose como si no hubiera un mañana.

Al parecer, una efusiva Romilda Vane había apresado a un slytherin entre sus brazos y sus pechos, y no dejaba de meterle mano. La chica tenía una radiante sonrisa mientras que el chico estaba volviéndose azul de la asfixia. Oliver Wood había encadenado a su cuerpo a una aterrada Parvati Patil quien no dejaba de removerse cual gusano para evitar el manoseo de su compañero. Seamus Finnigan y Millicent Bulstrode estaban intentando batir un récord mundial de aguantar la respiración al besarse de forma tan fogosa, mientras se acariciaban sin parar. Tracey Davis y Marcus Flint daban la impresión de que se lo iban a montar ahí, en mitad del pasillo con toda la gente alrededor. George Weasley parecía querer en ese momento perpetuar el linaje weasley con una entusiasta y más que dispuesta Angelina Johnson. A lo lejos Lavender estaba llorando desconsoladamente al lado de un todavía inconsciente Cormac McLaggen porque no veía a su "Ro-Ro". Y así sucesivamente.

Por otra parte, ver a al profesor Snape tan exaltado y alterado era algo entre gracioso y aterrador, pues ese hombre jamás dejaba ver alguna emoción en su rostro. Verle perseguir a alumnos hormonados y calenturientos por el pasillo era algo hilarante. Bajaba puntos a ambas casas y por lo que oían más de quince alumnos habían conseguido un buen castigo. Los más estúpidos aún se atrevían a plantarle cara al temible profesor, sin embargo, eso se traducía en una detención con Flich y en un castigo todavía peor. Además, claro, de la bajada de puntos correspondientes. La enfermera, por otro lado, parecía que estaba practicando para una maratón, era increíble la resistencia de aquella mujer quien no dejaba de ir de un sitio para otro a atender a los alumnos que todavía estaban desmayados o a intentar separar a los alumnos más cariñosos.

Y al fondo, una pareja que contrastaba bastante con el ambiente del lugar. Luna Lovegood estaba sentada entre las piernas de Theodore Nott mirando todo a su alrededor de forma tranquila y sosegada mientras el chico miraba amenazadoramente a cualquier chico que se le acercase y mantenía un agarre férreo sobre la chica.

Saliendo del shock inicial que les había causado toda aquella surrealista escena, ambos jóvenes se dirigieron hacia sus amigos.

- Hola Neville, hola Daphne greengrass. – saludó la Ravenclaw con simpatía.

- Hola, Luna/ Lovegood – dijeron al unísono. Nott por su parte solo dio un asentamiento de cabeza a modo de saludo. Acto seguido, se produjo un silencio un poco incomodo.

Pociones, una asignatura... ¿Peligrosa?Where stories live. Discover now