Nueva Sociedad©

Capítulo III: ¿Sociedad?

Caminamos apresuradamente por las calles con pocas luces, en un silencio cómodo y mutuo. Fue la primera vez que sentí adrenalina con alguien en conjunto, sin siquiera tener que decir una palabra.

Entramos a su casa, que desde afuera tenía la apariencia de una detallada pero pequeña, y al primer paso su apariencia se fue tan rápido como llegó. Era realmente enorme, minimalista en cuestión a muebles pero con muchos detalles en la pared o el suelo, ordenada, algo que claramente nunca había visto en mi vida. Simplemente hermosa. En ese momento no lo sabía, pero ver una casa así me iba a afectar en la manera de ordenar mis cosas de por vida.

—Tu casa es increíble—dije, admitiendo lo que venía pensando desde hace rato al sentarme en un sillón de cuero, de los cuales había dos más sobre una alfombra rodeando una mesa ratona de vidrio. ¿Acaso esa chica era rica?

—Me alegra que te guste.

Mientras ella fue a buscar algo a otras salas, yo observé alrededor y noté muchas cosas que quería aprender qué eran. Una biblioteca, eso sí sabía que era, una especie de armario con algo medio raro arriba, que eso sí que no sabía qué era, cuadros realmente preciosos, bastantes botellas...

—Ya volví—contó con una sonrisa, sentándose en el sillón al lado del mío, y dejando dos vasos con agua y un cartoncito que decía "cincuenta cartas españolas" en la mesa.

—¿Cartas?

—¿Te gustaría que te enseñe a jugar el chinchón?

—Temo que podría ganar y herir tu ego si aprendo—dije sin pensar, inevitablemente tomando confianza tras la pregunta.

—Nadie me gana al jugar.

Una hora y dos partidas de prueba después, ya estábamos jugando bien una partida. Me pareció muy divertido aprender este juego, más aún cuando la hice reír por mi incompetencia y distensar el ambiente de la manera más fácil posible. Tras perder dos veces por no diferenciar ciertas reglas, empecé a jugar por mi cuenta, y las otras dos que siguieron fueron básicamente una charla sobre cosas random mientras jugábamos. En esa charla aprendí, por ejemplo, que realmente conocía muy poco de los artilugios de la época. Ese armario con algo medio raro arriba era un tocadiscos—algo que dejaba escuchar música—, que incluía un mueble para ahorrar lugar. Vanessa, como buena mujer que ahora sabía que era, prometió enseñarme todas las cosas de la casa que no conocía su función, y si era necesario enseñarme las funciones de cosas en el tour por la ciudad que habíamos planeado. Me parecía excelente.

Con el tiempo la charla se tornó más personal, y a pesar de haber hablado sobre mi vida personal también, me alegraba bastante saber algo de la vida personal de Vanessa, ya que desde el momento uno se le notaba más el ser una persona de escuchar que de decir, por no pensar que era cerrada directamente. La cuestión es que ella me preguntó la clase de amistades que tuve a lo largo de la vida, viniendo de hablar lo mucho que influyen las personas a tu alrededor en tu vida. En mi caso, solo podía contar que los tres libros que leí me los dio la señora con la que mejor me llevaba, la cual obviamente no quería problemas como todos allí pero tenía más simpatía.

Sin embargo, cuando le tocó hablar a ella realmente me sorprendió, ya que sin darme detalles me contó sobre una amistad que la llevó poco a poco por un carril en el que ella no quería ir, y cuando le dije que me de una pista del supuesto carril, era básicamente cosas ilegales. Y sí, tenía muy bien entendido lo que era eso, ya que todas las trabajadoras del circo habían salido de eso menos yo, que llegué allí con cinco años. Gracias a dios no habían sido cosas muy fuertes y fue por poco tiempo, según comentó ella, pero aún así la llevó a muchos malos hábitos simplemente por el principio de "¿harías esto por mi?". Y ahora que me lo ponía a pensar, ver a una mujer con pelo rojo intenso era algo poco común en la sociedad, y lo decía habiendo estado años y años sin entrar en esta misma.