Entonces escuchó un grito. De inmediato se separó del hombre y se giró. Leslie estaba parado mirándolo con los ojos abiertos, Aquiles estaba sentado a su lado, moviendo la cola y pareciendo ajeno a todo.

Denise retrocedió de golpe, avergonzado por la mirada del niño, que parecía consternado por la escena.

—Bebote —dijo, sonriendo apenas—. ¿Quieres pizza? —preguntó, al mismo tiempo que intentaba descubrir cuánto tiempo llevaba ahí, según él había dejado al niño durmiendo en la cama. Debió despertarse por el olor a comida.

Leslie caminó hacia su silla y se estiró. Denise lo levantó, acomodándolo a su lado, las cajas de pizza estaban sin abrir, así que este hizo los honores. Con los ojos revisó el contenido de las cuatro cajas hasta que encontró su favorita y comenzó a tirar de una de las rebanadas. Denise tomó el cuchillo y lo ayudó a partirlo, Leslie colocó la rebanada directamente en la mesa, así que Denise tomó su propio plato y se lo dio, cuando el niño se le quedó mirando, él tomó un sobrecito de cátsup y le echó encima, dibujándole una carita feliz.

—¿Siempre es así? Con el dibujo —Steve intentó recuperar la compostura, para después aclararse la garganta.

—Si su comida no tiene una carita feliz no come, no puedes obligarlo a hacerlo, porque si lo obligas comienza a llorar, a gritar y a morderse las manos —explicó, sintiéndose extraño de decir en voz alta algo que era muy normal para él y al mismo tiempo intentaba no mirar al hombre mientras su hermanito estuviera cerca. No porque a Leslie le importara, más bien porque no quería actuar de forma imprudente frente a él.

—Nenis —Leslie ya le había dado una mordida a la pizza y estaba masticando cuando habló. Denise no pudo evitar sonreír, el niño le ofreció un pedazo de su pizza.

—¿Para mí? —preguntó, tremendamente halagado

—Sí —respondió, aunque sin mirarlo a la cara. Leslie siempre parecía ausente, incluso cuando estaba dirigiéndose a él.

—Aww, gracias —Denise se inclinó y le dio una mordida a la pizza. Leslie no dijo nada más y continuó comiendo.

—Habló —Steve abrió los ojos, sorprendido. Llevaba menos de veinticuatro horas conviviendo con el niño, pero de todas formas fue extraño verlo articular algunas palabras.

—Te dije que sabe hablar, sólo no lo hace mucho, no le gusta, o no le ve la necesidad —dijo, encogiéndose de hombros. En realidad, Denise sólo podía especular sobre esa clase de cosas, porque la criatura no era muy comunicativa con nadie.

Sin embargo, eso no importaba, Leslie era como era, así como Denise tenía su propia personalidad. Su mamá le dijo que seguramente el niño comenzaría a volverse más abierto cuando entrara al kinder.

—Tú eras exactamente igual de niño —decía siempre—. Bueno, con un poco menos de mal carácter, pero mírate ahora, nadie consigue que te calles.

Sin embargo, la pandemia le estaba quitando la oportunidad a Leslie de interactuar con otros niños e intentar relacionarse. Quizás Leslie nunca llegaría a ser como Denise, permanecería callado y en su propio mundo, pero él esperaba que pudiera hacer al menos un par de amigos. Para Denise su hermanito era la criatura más adorable del planeta y se merecía tener una infancia normal. Tristemente, al igual que otros niños, la forma en que se relacionaba con el mundo había cambiado completamente reduciéndose a cuatro paredes y casi nulo contacto con el exterior.

—He's amazing —Steve observó consternado como el niño se terminaba la pizza e intentaba tomar otra rebanada.

—No —Denise lo detuvo, ya era tarde y de todas formas una rebanada era suficiente para alguien de su tamaño.

A mexican beautyWhere stories live. Discover now