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Trigger Warning: Acoso sexual, grooming. 

A la mañana siguiente, cuando Steve se estaba lavando los dientes, Denise se despertó de un salto y lo apuró para salieran al patio

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A la mañana siguiente, cuando Steve se estaba lavando los dientes, Denise se despertó de un salto y lo apuró para salieran al patio. Afuera estaba un hombre parado a media calle, el tipo usaba ropa muy cara y estaba acompañado de otros cuatro hombres, todos vestidos más o menos igual y parecían ignorantes del hecho de que el agua no había bajado, así que se estaban mojando los pantalones hasta las rodillas. Enfrente un camarógrafo capturaba la imagen que, al menos desde su perspectiva, le parecía ridícula.

—Es el presidente municipal —explicó Denise—. Viene a ayudar a los damnificados.

Steve levantó una ceja, pensando que el síndrome de los políticos que se creían superhéroes existía en todas partes.

—Dicen que tenemos que estar en el parque a las diez con nuestro recibo de luz —explicó, aunque no le dijo para que.

Francamente él no quería salir, pero lo hizo porque Denise estaba muy ansioso, así que se dejó arrastrar durante siete cuadras para complacerlo.

Resultó que en el parque había una fila larga de gente con papel en mano que estaba recibiendo donativos. A Steve le dio vergüenza dado que la casa de su abuela apenas y había recibido daños, pero Denise lo obligó a quedarse ahí.

Cuando fue su turno una de las chicas encargadas de repartir la despensa le dejó su número, él no estaba interesado así que fingió que no entendía lo que estaba pasando para escaparse de la situación. Aquella era sin duda una experiencia nueva.

Al salir del campamento Steve se dio cuenta que había muchas personas que no conocía y que con seguridad la habían pasado mal la noche anterior. Luego miró a Denise, tan emocionado por recibir una caja que seguramente sólo tenía galletas saladas y botellas de agua. Debido al estilo de vida que llevaba en Estado Unidos había muchas cosas que daba por hecho, pero se dio cuenta que la tranquilidad con la el chico pasaba sus días durante la cuarentena no era normal.

Una señora mayor se cruzó en su camino, llevaba unas colchonetas y una caja en una carretilla. Seguramente dirigiéndose a su casa, aquella imagen le hizo preguntarse si su abuela algún día habría sido cómo esa mujer. Esperaba que no.

—¡Denise! —un hombre mayor se acercó a saludar y Denise se detuvo en seco ante su presencia, su expresión se quedó repentinamente en blanco—. ¿Cómo está tu papá? —preguntó sin mayor ceremonia y el gesto hizo que Steve se sintiera completamente fuera de lugar.

El hombre no pareció darse cuenta de sus reacciones y miró a Denise con una sonrisa enorme en el rostro. Se trataba de un señor algo pasado de peso, con barba y bigote, que parecía recién bañado y olía a perfume.

—Hola Don Tito, está bien, está haciendo Home Office todavía —explicó soltando una risita mientras se imaginaba a su padre intentando manejar la computadora.

A mexican beautyWhere stories live. Discover now