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Denise se encargaba de hacer la compra cada fin de semana

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Denise se encargaba de hacer la compra cada fin de semana. Por lo regular iba caminando al mini súper, se gastaba un montón de plata y luego pagaba un taxi de regreso, pero con el paso de las semanas eso había cambiado, ahora usaba un carrito de comprar para hacerlo. Lo había conseguido en una tienda de segunda mano, su padre se lo compró para su cumpleaños luego de regañarlo durante dos horas e intentar disuadirlo. Él lo había pintado de naranja y a veces lo usaba para pasear a Aquiles en el patio, actualmente lo sacaba empujándolo durante cuatro cuadras, hacía sus compras y regresaba a casa sin tener que pagar el taxi. La cuarentena le estaba dando utilidad a muchas de sus cosas arrumbadas en la bodega de atrás.

—Doña Celia ¿Me cuida el carrito? —preguntó, como en cada ocasión mientras le ponían desinfectante en las manos y le tomaban la temperatura.

—Claro, acuérdate de apagar las luces —espetó la señora a modo de broma. Denis fingió que encendía la alarma y entró al lugar, disfrutando por gloriosos minutos el aire acondicionado.

Estuvo dentro alrededor de treinta minutos hasta que tuvo todo listo y luego fue a pagar. Cuando se encontraba acarreando las cosas de la caja, Steve apareció de repente y se ofreció a ayudarlo. Denise no entendió muy bien hasta que el hombre tomó todas las bolsas que quedaban y las subió al carrito.

De repente ambos se encontrarlo parados en la salida del lugar, mirándose mientras un incómodo silencio los rodeaba.

—¿Vas a la casa? —preguntó finalmente. Denise tenía un alma complicada, introvertido de nacimiento, extrovertido por diversión. Steve ladeo el rostro sin comprender—. ¿Casa? —repitió—. ¿Go home? —insistió, señalando el camino de regreso.

—Ah, yes, sure —respondió, encogiéndose de hombros

—Vamos entonces —dijo, comenzando a empujar su carrito. Steve lo miró, levantando una ceja y luego suspiró, metiendo su solitaria bolsa junto con las compras de Denise.

—¡Oye! —este se quejó, frunciendo el ceño hacia él, pero Steve no le hizo mucho caso y le empujó ligeramente con el hombro para que lo dejara empujar. Denise le sonrió sin darse cuenta—. ¡Oh! ¡Que caballero! —espetó, pegándole en el brazo. Steve no pareció entenderlo, lo cual a Denis se le antojó relajante.

Eran aproximadamente las seis de la tarde y comenzaba a hacerse de noche. La calle estaba tranquila y Denis no sintió la necesidad de hablar con Steve durante el camino. Cuando ya estaban cerca de la casa se giró para pedirle el carrito, pero no consiguió decir nada, pues un ladrido lo distrajo.

Aquiles se había escapado para recibirlo, estaba corriendo hacia él cuando un perro grande apareció de la nada y le saltó encima. Denise pegó un grito de horror al ver cómo el animal empujaba a Aquiles contra el suelo, mordiéndole el cuello, mientras este sacaba los colmillos y movía las patitas intentando soltarse.

—¡Aquiles!

Denise corrió para intentar separarlos, pero Steve prácticamente lo levantó del suelo justo en el momento en el que Bobo pasaba delante de ellos y empujaba al atacante con la cabeza. Aquiles prácticamente salió volando, cubierto de sangre, pero se levantó en el acto, regresando a la refriega, sin embargo Steve alcanzó a tomarlo del pelo y dárselo a Denise.

A mexican beautyOù les histoires vivent. Découvrez maintenant