No puedo negarme a cualquier petición que me haga en este preciso momento. Ni siquiera me importa si en algún instante volveré a perder a este Tad Abernathy y tendré de regreso al profesor Abernathy. Nada de eso me interesa mientras pueda tener conmigo al Tad Abernathy que consigue despertar tantas emociones en mí.

El apartamento de Tad es un espacio mucho más moderno y agradable de lo que había imaginado. Las paredes blancas, los muebles de cuero negro y la biblioteca de madera me recuerdan su gran oficina en el colegio; pero, a pesar de que su oficina es realmente admirable y ordenada, este lugar supera enormemente la belleza de aquel espacio de trabajo.

Tad me conduce por un pasillo hasta dejarme frente a una puerta de madera. En cuanto deja a la vista el interior de la habitación, pierdo el aliento y las lágrimas pican tras mis ojos.

Thomas, mi querido hermano, está durmiendo sobre la cama frente a mí.

- ¿Cómo es que...? -Las palabras quedan suspendidas en el aire, mientras Tad Abernathy me mira atento.

- Me habías dicho lo mucho que necesitabas proteger a tu hermano. Por eso, cuando no te encontré en el hospital, pensé que habías ido a buscarlo -deja su mirada un rato sobre Thomas, y después vuelve a mirarme-. Sé que tu hermano significa mucho para ti, Ellie. Así que estuve buscándolo hasta traerlo aquí. Me costó muchísimo sacarlo de su colegio. Me confundió con algún extraño que quería secuestrarlo y me dijo que no iba a salir si tú no llegabas por él. Pero al final logré convencerlo.

Llevo mi mirada hacia él y parpadeo para espantar las lágrimas que han empezado a nublarme la vista. Estoy aliviada, sorprendida, pero sobretodo, estoy agradecida. Él ha protegido a la persona más importante en mi vida cuando yo ni siquiera pude hacerlo; y eso significa mucho para mí, más de lo que podría imaginar.

- Gracias -susurro, aunque me tiembla la voz-. Gracias, profesor Abernathy.

Estoy por decir algo más, pero pierdo las fuerzas y me apoyo en la pared para no caerme de repente. Él lo nota, y me toma el brazo para ayudarme a mantener el equilibrio.

- ¿Qué ocurre? -Me pregunta, estudiándome con su profunda mirada.

- Estoy cansada, pero no es nada...

En realidad, todo mi cuerpo está tan débil que el simple hecho de mantenerme en pie me cuesta muchísimo trabajo. Necesito descansar de todo el horror que he vivido hoy, pero no puedo decírselo a mi profesor de inglés así, sin más.

De pronto, todo mi cuerpo deja de resistir y Tad consigue sujetarme antes de que me golpee contra el suelo. Incapaz de moverme, sólo puedo permitir que sus brazos me tomen para llevarme a algún lugar que desconozco.

Me deja sobre una cómoda cama empapada en su inigualable aroma. Apenas puedo mantener mis ojos abiertos o musitar alguna palabra, así que aprieto su mano con la mía cuando lo noto sentándose en un lado de la cama mientras acaricia mis cabellos.

Me gustaría decirle que jamás imaginé que él se encargaría de salvarme del horror en el que me introdujo el asesino de mi madre; que no pensé que buscaría a mi hermano para mantenerlo a salvo; o que me dejaría quedarme en su habitación. Sin embargo, el intenso brillo que veo en sus ojos me permite imaginar que, de alguna forma, sabe todo lo que estoy pensando.

- Estaba preocupado por ti -me confiesa, deteniendo sus caricias-. Habría llegado más rápido por ti, pero la policía no respondía y...

- Gracias por haber llegado por mí -le interrumpo, dibujando una pequeña sonrisa en mis labios-. Gracias por todo.

Nos quedamos unos minutos más en silencio. Él junto a mí, brindándome una inexplicable comodidad que no había podido sentir con nadie más. Cuando advierto que está por irse de la habitación, lo tomo del brazo con fuerza y le impido alejarse de mí tan pronto.

- Quédate conmigo -las palabras salen de mis labios sin previo aviso, sintiendo la necesidad que brota desde lo más profundo de mi ser.

No quiero que se vaya; no quiero volver a sentir el horror apoderándose de mi cuerpo; no quiero perder esa inexplicable sensación de seguridad que despierta en mí. Quiero que esté conmigo, y me proteja como lo hacía mi madre en mis días más difíciles.

Lo necesito a él, a Tad Abernathy, y a nadie más.

Él se queda a mi lado, mirándome hasta que todo a mi alrededor se torna borroso. Sus manos acarician mi rostro, y no se siente mal. Lo cierto es que se siente realmente bien, como sus brazos cuando rodeaban mi cuerpo, o su mirada profunda recordándome a mi madre.

- No te vayas, Tad -le pido, cada vez con la visión más borrosa.

Estoy tan cansada que no alcanzo a advertir que lo he llamado por su nombre, aunque sí que alcanzo a distinguir la pequeña sonrisa que él dibuja ante mis palabras.

- No lo haré.

- No -farfullo-. No dejes de ser así de agradable, Tad. No vuelvas a convertirte en ese profesor Abernathy que tanto odio.

Su mirada sigue sobre la mía; profunda, sincera y admirable. Sus manos toman las mías con delicadeza, y me generan una extraña calidez que se siente tan bien como su compañía.

- No lo haré -repite, sonando realmente profundo y sincero-. Te lo prometo.

• • •
¡Holaaaaaaa¡ ¡He aquí un nuevo capítulo! Vamos avanzando. Iba a subir ayer, cuando me acordé ya era de noche, lo siento. Pero hoy subí. La próxima semana ya subo. Espero que les haya gustado el capítulo. ¡No se olviden de comentar y votar! xox

Maltratada por un profesorWhere stories live. Discover now