Capítulo 24: Pillada

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Narra Atsushi:

Muerdo el lóbulo de Yaguchi, tratando de ponerlo lo suficiente horny como para que abandone su idea de que no debemos mantener relaciones sexuales en casa de mis padres. Se retuerce un poco y ahoga un quejido con su mano, me mira tan mal que si las miradas pudieran matar yo estaría muy muerto.

—No nos van a pillar, de verdad—le aseguro

Niega con la cabeza, tercamente. Me agarra por el cuello de la camiseta y tira hacia abajo, para enfrentarme a sus ojos. Sonrío ampliamente y le guiño un ojo, divertido por su reacción y timidez repentina. Es lindo cuando quiere, no puedo resistirme.

—No pienso arriesgarme a que tus padres o tu hermana nos pillen haciendo nada. Me han aceptado completamente y no quiero generar problemas, Atsushi—expone

—No vas a generar problemas, mocoso. ¿Crees que mis padres son unos santos? A ellos también les gusta bastante el sexo-replico- Además, no nos van a pillar, no entran aquí sin llamar, nunca lo han hecho y no creo que empiecen a hacerlo ahora. Hazme caso—

—¿Y si nos escuchan?—

—Las paredes de esta casa son bastante gruesas, no creo que lo escuchen. De todas formas, solo tenemos que tener un poco de cuidado. Si quieres te tapo la boca y así ya no hay problema—

—Bueno... quiero hacerlo pero me preocupa un poco. Para mí es importante formar parte de tu familia, Atsushi—

Lo abrazo y dejo una serie de pequeños besos por toda su cara, enternecido por lo que ha dicho. Va a ser mi compañero de vida, es un hecho. Quiero estar a su lado para siempre, sus sentimientos son nobles y los míos también. A pesar de todo, cuando lo veo no puedo resistir la tentación, su cuerpo y él me atraen demasiado como para eso.

—Tendremos cuidado, lo prometo—

—Vale—

Me siento en la cama y Yaguchi se pone en mi regazo, entrelazando sus manos detrás de mí cuello. Amo su calor corporal y su olor. Beso su frente y acaricio su pelo suavemente antes de depositar mis labios sobre los suyos. Esta vez es Yaguchi quien frota tímidamente su lengua contra la mía. Me da mucha ternura, la suficiente como para querer tirarme sobre él y gritar de emoción, pero jamás lo haré, mi dignidad no me lo permite. Dios mío, Yaguchi se burlaría de mí para siempre si hiciera eso.

—Vaya, algo se ha puesto duro por aquí—dice, balanceándose sobre mi creciente erección

—Es por ti, solo por ti—respondo, besando su hombro

El mocoso me empuja hacia atrás para que me acueste boca arriba en la cama y me desabrocha la camisa, pasando sus manos por mis abdominales. Baja la cabeza y empieza a succionar en mi pecho, dejándome una marca.

—¿Y esto?—pregunto

—Para que todos sepan que eres de mi propiedad—

—¿Ah, sí?—

—Sip—

Deslizo mis manos bajo su camiseta, acariciando su piel. La tengo tan dura que me duele. Antes de Yaguchi, el sexo para mí era bastante mecánico, preliminares, meterla y correrme, no había sentimientos mucho más allá. No me importaba la otra persona y pensaba que el sexo debía ser siempre así, una especie de intercambio de beneficio, donde ambos obteníamos placer y ya. Pero ahora, Dios mío, siento tantas cosas que es adictivo y también me aturde, incluso llego a tener ganas de llorar de lo intenso que es.

Amo a este mocoso.

—Móntame—le pido

—Por supuesto, eres mi silla favorita—

Bajo mis calzoncillos y ayudo a Yaguchi a bajarse los suyos. Se sienta a horcajadas sobre mí y agarra mi pene con la mano para ayudarse a meterlo poco a poco. Cuando llega al tope se tensa un poco y trata de quedarse quieto para acostumbrarse a la penetración. Lo rodeo con mis brazos y dejo que apoye la cabeza en mi pecho. Acaricio su nuca con mi mano derecha y con la izquierda sigo abrazándolo.

—Me gusta esto—murmura

—Lo sé, a mí también me gusta mucho—

Se levanta un poco y se deja caer, tratando de seguir un ritmo. Me gusta verlo así, encima de mí y buscando su propio ritmo para darse placer con mi cuerpo. Se ve bien adorable y sexy.

—Ayúdame con tus manos, no puedo mantenerme solo—me pide

Pongo las manos en su cadera y marco un ritmo más uniforme para que no tenga que esforzarse tanto. Yaguchi entrecierra los ojos del placer y enreda sus dedos en mi pelo, deshaciendo la coleta que llevo.

—¿Te gusta?—pregunto

—Sí, por favor no pares—

—Me estás calentando mucho, Yaguchi—

—Tú a mí también, cariño

Ya no puedo más. Empujo a Yaguchi hacia atrás y me pongo encima. Dobla sus piernas sobre su pecho para que pueda penetrarlo más profundo y me muevo con rapidez y fuerza, no pudiendo aguantarme más. Si me habla así es que me vuelvo loco, no puedo pensar en nada más que hacerlo mío.

—Me gusta mucho—

Lo beso con fuerza, apretando mis labios con los suyos y utilizo mi lengua para hacer que abra la boca y poder acceder a ella. Le cuesta seguirme el ritmo porque está jadeando mucho, así que me separo un poco para dejarle respirar mejor. Está apretando los dedos de los pies, así que sé que va a terminar pronto, eso me enciende todavía más. Aumento el ritmo, buscando que ambos lleguemos ya al orgasmo. Tengo tantas ganas de acabar dentro de él.

—Atsushi, en 15 minutos estará lista la cena—

Me quedo inmóvil sobre Yaguchi, viendo como mi padre entra en mi habitación sin llamar por primera vez en toda su vida. Se tapa los ojos al instante y Yaguchi tira de la sábana para cubrirse. Mierda.

—Esto...—intento hablar, nervioso y avergonzado

—¡Lo siento! Debí haber llamado, lo siento. Perdonadme, no he visto nada y lo que he visto lo olvidaré. Ay, que vergüenza, perdonad—

Mi padre está todavía más avergonzado que nosotros, lo cual lo hace todavía más vergonzoso aún. Yaguchi tiene el brazo sobre la cara pero puedo ver que está rojo como un tomate. No me extraña, yo no debo estar mucho mejor. Nunca jamás me han pillado manteniendo relaciones con nadie, y no será porque no traje gente a casa.

—Perdona, papá—

—Oh, no, no te preocupes. La cena estará pronto, ¿vale? Os esperamos abajo. No volveré a entrar sin llamar, lo siento—dice y sale de la habitación, cerrando la puerta tras él

Yaguchi y yo nos quedamos en silencio, mortificados. Me aparto de él y me siento en la cama. Dios, me siento tan avergonzado que no sé ni qué decir. Me aclaro la garganta y me giro para mirar a Yaguchi, quien sigue en la misma posición.

—Lo siento—

—Me quiero morir—responde

—Me siento igual—

—Ahora voy a tener que bajar a cenar con tu familia sabiendo que tu padre ha visto como me la estabas metiendo—

—Lo sé—

—Me van a odiar—

—Eso no, ya has visto que mi padre no se lo ha tomado a mal, simplemente le ha dado vergüenza porque es una situación íntima e incómoda—aparto el brazo de su cara—Hablo en serio, no te odian, nunca te odiarán, Yaguchi

—No quiero bajar a cenar—

—No me extraña, pero tenemos que hacerlo. Si te sientes más cómodo luego hablaré yo con mi padre—

—Vale, está bien—

—Después de cenar lo haré, ¿vale?—

—Perfecto—

Morbo -Yaguchi Kyosuke/Yacchan-Onde histórias criam vida. Descubra agora