XIV: I can't handle change

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Sus manos volvieron a cerrarse en puño, pero Yosano evitó acercarse otra vez a Dazai incluso si quería hacerlo. No podía creer su actitud, ¿cómo se atrevía Dazai a hablarle de esa forma? ¿Cómo si no supiera lo que había hecho y la forma en que afectó su vida? Siempre haciendo el idiota, pensó Yosano. Riéndose a sus espaldas, mientras la veía soñar despierta con otra mujer que no se merecía nada de ella.

¿No pensó en ella y en cómo se sentiría cuando se enterara de que le ocultó un detalle tan importante? ¿Su amistad no significaba nada para él? Ella estuvo a su lado dos años atrás después de su intento de suicidio y de que Oda se marchara. No lo dejó solo. Limpió su herida, cambió sus vendas cada vez que lo necesitaba, siempre tratándolo con delicadeza y atención. Ella y Ranpo lo cuidaron durante todo ese tiempo; se aseguraron de que comiera, durmiera e intentara pensar en otras cosas que no fuese en el amor que nunca consiguió.

¿Y qué ganó por su cuidado? Nada más que traición y deslealtad, que le ocultara algo tan importante para ella. Ahora podía darse cuenta, ahora lo entendía. Su confianza, amistad, camaradería... No significaba nada para Dazai.

― ¿Por qué no me dijiste nada...? ― inquirió, temblando de pies a cabeza, la mandíbula tensa y la desesperación latente―. Se supone que eres mi amigo... ¡Al menos pudiste darme un consejo si la conocías desde hace tanto tiempo!

― ¿Hubiese cambiado algo? ― preguntó Dazai de vuelta. Ante su frialdad y simpleza, Yosano perdió las palabras, sabía perfectamente cuál era su respuesta―. Sí, es lo que imaginé. No te hubieras alejado de ella incluso si te advertía o decía cualquier cosa, por eso no te dije nada y preferí solo observar.

Dazai se alejó. Caminó hacia la cocina y comenzó a prepararse una taza de café, sirviéndose directamente desde la cafetera a pesar de que el líquido en ella ya estaba frío. Ignoró a Yosano y su presencia al otro lado de la encimera que separaba la cocina del salón. La puerta seguía entreabierta, la invitación implícita para abandonar ese lugar que ni siquiera él sentía como un hogar.

A mitad de un tercer trago de un café insípido, la voz de Yosano resonó una vez más y Dazai recordó que ella seguía ahí.

—¿Te divirtió? ― preguntó. La ira en su voz había descendido, seguía ahí, pero la tristeza de la traición superó el fuego que sentía y lo templó poco a poco hasta enfriarlo―. ¿Te divirtió verme sufrir por ella la noche anterior?

― Sí.

Esperó cualquier cosa de Dazai. Una risa, una broma, silencio, cualquier cosa, pero no esa respuesta fría y directa que no dejaba lugar a dudas o interpretación. El moreno ni siquiera la observó al decir aquello. Era tanto su desinterés que le dio la espalda en todo momento y continuó bebiendo su frío café.

Y Yosano... Yosano ya no tenía más palabras o reclamos. Tenía las respuestas que quería, no como las imaginó, pero las tenía. Sin fuerzas para más, sin ira o tristeza, solo decepción, murmuró y se marchó; mirando, por última vez, al hombre perdido y solitario a mitad de la cocina y frente a una cafetera vacía.

― Realmente eres un pedazo de mierda ― musitó, cerrando la puerta detrás de ella con una delicadeza que evitó la creación de algún ruido que apartara el silencio del salón.

Dejando la taza vacía en el lavaplatos, mirando la porcelana y la tenue mancha que dejó el café en la blancura del material, Dazai murmuró para sí mismo:

― Sí, eso ya lo sabía.

Y luego se marchó a su habitación; dejando una taza vacía, las cortinas del salón aún cerradas y evitando la entrada de la luz del sol o su calidez. Y cuando cerró la puerta de su cuarto a pesar de que era el único en el lugar y nadie pensaría en entrar, observó los libros apilados en su escritorio, en su estante. Novelas, tantas novelas, y un libro de poemas, solo uno, que contenía en su interior el último que fue creado para él. Observó su cama desordenada, las sábanas arrugadas. Un cabello largo y oscuro sobre la almohada, el olor de Tomie aferrado a sus mantas. Todo, todo se sentía mal, y los recuerdos de la noche corrieron por su cabeza, y también las palabras de Chuuya. Su rostro estaba fresco en su memoria, tanto que parecía como si estuviese viviendo el momento otra vez y tuviese al pelirrojo frente a él.

Leave the kiss for later [SKK]Where stories live. Discover now