- no lo parece

- si me dejara guiar por lo que quiero, este hijo de puta ya no estaría respirando. Pero es un prisionero, y nosotros no matamos prisioneros, por mucho que nos joda

- ni ejecutamos a sangre fría

- ¡pero el sí lo ha hecho! - Rio sigue alterado - ¡ha matado a Nairobi, teniéndola de prisionera! ¡Teníamos una tregua, coño!

Suelto a Berlín, yendo a abrazar a Tokio, cuando se quiebra en sollozos

- ahora se trata de salvar nuestras vidas, como lo hicimos con la tuya, Rio – el profesor vuelve a hablar – y eso conlleva daños colaterales, como tragarse el dolor. No nos queda tiempo. Han roto la tregua. Y tenemos que darle la vuelta a esta situación...

El sonido de un arma cargándose, llama la atención de todos

- Helsinki... - Escucho a Bogotá murmurar

- ¡Helsinki, no!

- ¿de que sirvió matarla, hijo de puta? – el coraje en su voz, me causa un escalofrío

Y el primer disparo se escucha

Justo a un costado de su cabeza

- ¿de qué te sirvió?

El segundo, tercero...un par más, aún sin apuntar directo a su frente

- Helsinki, mírame – Palermo se coloca justo delante de él, obligándolo a verle directo a los ojos – Helsinki...

Cuando lo logra, lo duda unos segundos, antes de abrazarlo

Limpio un poco mis lágrimas con la manga de mi traje rojo, intentando respirar con lentitud

- a trabajar – indico hacia Estocolmo, Rio y Denver, sintiendo aún el leve sabor salado de mis lágrimas, en mi boca – por favor

Dejo mi pistola sobre la mesa, recargándome en ella, para recomponerme

Siento la mano de mi esposo sobre mi cintura, acariciando el área un poco

- todo va a mejorar

Obviamente, no tenía razón

━━━━━━━━━━━━━━━━━━━━━

La banda estaba bastante dispersa. Todos trabajaban, pero era obvio que a la vez nadie estaba ahí. Necesitaban unas horas para que todo lo sucedido se les pasara un poco. Solo unas horas, porque lo que menos teníamos aquí dentro, era tiempo

Los nervios me consumían, y como la única forma que conozco para calmarme era fumando, tenía que engañar a mi cerebro de alguna forma

Sabía perfectamente que tendría que estar lista para un movimiento fuerte. Lisboa entraría al banco, según lo que me había contado el profesor en la llamada de hace unos minutos

Con un cigarro entre mis labios, me mantengo recostada sobre uno de los muebles del despacho, acariciando mi vientre

Por más horrible que sonase, se me hacía clínicamente imposible que esa criatura siguiera viva, aún que, si lo analizamos, un ser con el ADN de Andrés y mío, debía de ser algo así como "todo terreno"

- ¡¿Qué haces?! – me sobresalto al escuchar la voz alterada de Berlín, entrando en la habitación

- ¿Qué...?

- ¿Por qué estás...? – el detiene sus palabras, cuando nota que el cigarro está apagado - ¿Por qué el cigarro?

- necesito relajarme, pero no puedo fumar. Esto es lo mejor que tengo

El sonríe. Negando con la cabeza

Se acerca a mí, y se inca a un lado del sillón en el que estoy, llevando su mano casi instintivamente hasta mi estomago

Su sonrisa se borra de poco en poco, dando a entender que alguna idea llega a su mente

- no debí de dejarte entrar – susurra, muy por lo bajo – debí amarrarte a nuestra cama del monasterio, mientras nosotros entrabamos

- cállate – lo detengo, inclinándome un poco hacia el – si yo no estuviera aquí, tú ya habrías matado a la mitad de los rehenes y de la banda

- tal vez... –

- somos un equipo, Andrés. Yo no estaría aquí sin ti, ni tú sin mí. Así funcionamos

El asiente, mientras lo jalo del cuello del traje, para darle un beso lento

El me sigue el ritmo de este, acomodando mi cabello, mientras le acaricio el cuello y las mejillas

Lo obligo a sentarse en el sillón, sentándome sobre una de sus piernas

El posa sus manos sobre mi cadera, acariciándome un poco

- quisiera poder prometerte que todo va a salir bien de ahora en adelante, pero...

- sientes que todo va a salir mal – completo por el – yo igual lo siento

El recarga su cabeza sobre mi hombro, respirando con lentitud

- sabes que daría todo por ti ¿verdad?

- y tú sabes que me da miedo cuando dices eso durante un atraco ¿verdad? – Lo alejo de mi hombro, viéndolo a los ojos – la última vez intentaste sacrificarte y casi mueres

- casi ganas –

Su pequeña referencia, me hace sonreír

Unos toques en la puerta, me hacen dispersar mi atención

- ¿sí?

- es hora, Boston

Entiendo perfectamente a que se refiere, soltando un suspiro

Los ojos de Berlín se conectan con los míos, y él me jala para besarme de nuevo

- te amo – susurra, recién nos separamos – suerte

- también te amo – me levanto de sus piernas, tomando mi pistola y encaminándome hacia la puerta - Suerte, igual

𝗗𝗲 𝗕𝗼𝘀𝘁𝗼𝗻 𝗮 𝗕𝗲𝗿𝗹𝗶́𝗻 | La Casa De PapelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora