I - El nuevo recluso

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Los guardias que eran responsables del módulo siete, el cual era el de máxima seguridad, arrastraron el cuerpo de un joven, el cuál en ninguno de los otros módulos había sido reconocido, pero este muchacho y los habitantes del módulo siete tenían un largo pasado, cuando el primer prisionero, el cual era Fenrir Greyback, no solo reconoció al nuevo prisionero debido a su aspecto, sino que también pudo reconocer al extraño por ese aroma tan peculiar que tenía y el cual había perseguido bajo las órdenes del señor oscuro. Lo peor de todo no fue el haberlo reconocido, sino ver el deplorable estado en el que estaba y el olor a sangre y a semen que podía detectar, era hasta incluso insoportable, Fenrir se asqueo con solo olerlo, está bien que habían sido enemigos debido a sus diferentes posturas en la guerra, pero lo que estaba viendo, ni siquiera el señor oscuro se había atrevido a tanto. Lo admitía, el hombre era un desquiciado de mierda y torturaba y mataba sin pena alguna, él mismo había matado para alimentarse y tal vez alguno que le había sacado toda la paciencia que tenía, pero ver el estado del salvador del mundo mágico era totalmente impensado y asqueroso, Fenrir estaba seguro que era la peor imagen que había tenido en años, y eso que al lado del señor oscuro se podía tener todo tipo de imágenes, pero nada como lo que sus ojos y su olfato notaban. Un gruñido salió de su boca y uno de los guardias que iban detrás de los que llevaban el cuerpo sacó un barrote muggle, los habían conseguido en la última temporada ya que se habían enterado que eran buenos para sacar el estrés con los prisioneros, y golpeo los barrotes de la celda en la que Fenrir se encontraba, una forma de advertirle que podría ser peor.

—Son la escoria humana más despreciable de todas, ni siquiera el señor oscuro se atrevió a tanto— Les gruñó el licántrpo a los guardias sin importarle los golpes que podrían darle. Los demás prisioneros al escuchar sus palabras se acercaron a los barrotes frontales de sus celdas y trataron de ver, sin mucho éxito, lo que estaba ocurriendo. El guardia que iba detrás del cuerpo del joven de cabello azabache y custodiaba todo, abrió con un movimiento de varita la celda de Fenrir, y sacó su garrote. El hombre lobo no podía hacer nada, pues habían protecciones contra magia hecha para los prisioneros, y sabía que defenderse sólo lo empeoraría. Los golpes al cuerpo de Fenrir se escuchaban por todos lados, pero el hombre lobo no dejaba salir ni un sonido, sabiendo de sobra que más tarde él se los cobraría con intereses. Cuando intentó defenderse, los guardias que sostenían el cuerpo del joven lo dejaron caer al frío suelo sin remordimiento alguno y entraron a la celda de Greyback para darle su merecido castigo; en ese momento que el cuerpo del joven había tocado el suelo un gemido salió de su boca, el prisionero que estaba al lado de la celda de Fenrir sostuvo una oreja cuando escucho ese sonido, ya lo había escuchado antes, trato de recordar donde lo había escuchado, se acercó a los barrotes que daban hacia el pasillo y miro hacia la izquierda tratando de reconocer ese cuerpo, cuando luego de varios segundo lo logro no pudo evitar la exclamación de asombro que había salido de su voz.

—¡Oh mierda, es Potter!— Dijo asombrado el Mortifago mientras sus ojos recorrían la piel toda sucia y llena de golpes del joven, estaba seguro que por el golpe que tenía en el costado habían varias costillas rotas. Varios movimientos se pudieron escuchar en las celdas contiguas mientras los guardias seguían golpeando a Fenrir. Los prisioneros, quienes habían vuelto a sus lugares luego de la exclamación de Fenrir, una vez mas se acercaron a los barrotes y ahora si querían saber que estaba pasando realmente.

—¿Potter? ¿De que hablas Dolhov?— Se escuchó la voz de quien Antonin reconoció como la de Gibbon- Es Potter golpeando a Fenrir, no me sorprendería que ya fuese auror – Se oyó la seria voz del hombre, aunque medio ronca debido que aún no les habían dado de comer ni de tomar nada.

— No Gibbon, el nuevo prisionero es Potter. — Dijo seriamente Dolhov, agachándose a la altura del suelo y viendo si llegaba a tocar el cuerpo de Potter para ver si seguía vivo aún, estaba seguro que tendría varias contusiones cerebrales luego de los golpes de los guardias.

—¿Potter? ¿Y qué está haciendo aquí cuando debería estar disfrutando el haber matado a nuestro Señor? — Se escuchó otra voz, la de Belatrix Lestrange.

— No lo sé, pero está hecho mierda, lo han golpeado varias veces y.....— Dolhov iba a continuar cuando los guardias dejaron de la celda de Fenrir y tomaron nuevamente el cuerpo de Potter como si fuese la peor cosa que hubiesen tocado. El último guardia que salió golpeó con su garrote los barrotes de la celda de Dolhov.

—¡Silencio Dolhov! — Le dijo el jefe de guardias y comenzó a caminar por el pasillo atrás de la escolta de Potter, una a una las celdas fueron pasando, los guardias no se detuvieron más y mucho menos cuando los gritos y los silbidos se comenzaron a escuchar de parte de los prisioneros, sobre todo al ver como tenían el cuerpo de Potter, los guardias hicieron caso omiso a todo y siguieron caminando por el largo pasillo que parecía no terminar nunca con la cantidad de prisioneros que había, todos esos sin contar los que estaban en el pasillo de enfrente, dieron toda la vuelta cuando aún se escuchaban los gritos y silbidos de los prisioneros, los guardias frenaron en las últimas tres celdas, estas daban justo en frente de la de Fenrir y Dolhov, los dos hombres que se encontraban allí miraron con interés a los guardias, para luego darse cuenta que iban a colocar al nuevo prisionero justo en la celda vacía que se encontraba entre ellos, y se asombraron ante tal acción. Los guardias abrieron la celda con un patrón de varita y lanzaron al salvador del mundo mágico, aquel que los había liberado de un señor oscuro, como si fuese la mismísima mierda más podrida que existiese.

— Buena suerte con la perpetua Potter. — Le dijo el jefe de guardias de forma burlona antes de cerrar nuevamente la puerta con barrotes, Severus Snape y Rabastán Lestrange se acercaron a los barrotes del costado, ya que lo único que era de piedra eran los del fondo de ese cuadrado donde estaban y trataron de ver al joven salvador y su estado, pero no pudieron ver mucho ya que los Guardias les habían dado la orden a los dementores de alimentarse.

— Potter, Potter. — Llamó Severus en un susurro, estiro su mano a través de los barrotes y logró tocar el cuerpo del más pequeño de los tres — Harry, despierta haz un maldito ruido al menos.— Le dijo Severus casi gruñéndole mientras sacudía el cuerpo ajeno. Harry gimió antes de abrir los ojos un poco y encontrarse con la cara de Severus medio borrosa, ya que no tenía los anteojos, y llamándolo por su nombre, pero le dolía mucho la cabeza y sus partes íntimas, tenía ganas de llorar, pero no tuvo tanto tiempo para reaccionar antes de caer nuevamente en la inconsciencia, escuchando a lo lejos la voz de Severus diciéndole que se mantuviera despierto.

Meilė AzkabaneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora