CAPÍTULO 26.- segundo fragmento

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—Creo que intentar no ser horrible una con la otra sería un buen paso para confiar —Gabriela le señalo la salida con la cabeza—, pero podemos comenzar saliendo del brazo de la otra simulando que nos reímos juntas para asustar a los demás, sería una buena idea.

Taylor asintió sonriendo por primera vez.

Theo intentó darle a la pelota, pero una sacudida de hombro lo descuadró.

—¿Qué pasa? —preguntó Theo irritado.

—Estamos en problemas —dijo Jose.

Theo alzó la vista y sintió verdadero terror al ver a Taylor del brazo de Gabriela, riendo como si fueran las mejores amigas.

—¿Deberíamos huir? —preguntó Theo.

—Creo que sí —asintió Jose aún pasmado.







***







Concetta miró por última vez los ojos fríos de Alan antes de cerrar los suyos propios y entregarse a la muerte.

Sintió el impacto contra aquellos animales y espero el dolor de las mordeduras, creía que se desangraría mientras esas asquerosas serpientes le morderían hasta que no quedara de ella absolutamente nada.

Podía sentir como los repulsivos seres se movían a su alrededor. Como se sacudía entre ellas. Sin embargo, no sentía dolor alguno, solo sentía molestia de estar suspendida encima de ellas.

Abrió los ojos y pudo ver como las serpientes intentaban atacar sin lograr absolutamente nada. Al mirar sus manos observó que estaban prendidas en fuego, que no la quemaba, pero dañaba a la serpientes que se volvían poco espectros humeantes que eran absorbidos por Alan.

—¡Maldito hijo de puta!

Concetta empezó a moverse lo mejor que pudo para matar al mayor número de serpientes. Cuando ya podía pararse completamente, ya que quedaban pocas serpientes vio a Alan escupir el mismo humo verde de que estaban hecho los espectros de las serpientes muertas y combinarlo con el fuego que él producía.

—¿Por qué...?

Alan lanzó una bola enorme de fuego verde hacia la barrera mágica y está explotó como si hubiera sido de vidrio todo ese tiempo.

Concetta se agachó al suelo para cubrirse en el instante que Alan la hacía levitar.

—Debiste ver tu cara al pensar que ibas a morir —escucho la voz de Alan.

Concetta abrió los ojos para ver que estaba suspendida en el aire al mismo nivel de Alan. Esto hizo que subiera de nuevo al escalón y ella al estar equilibrada le lanzó una bofetada.

—Asesine a una villa completa de cazadores por menos que eso —dijo él indignado.

—Eres... eres... —ella estaba realmente enojada—. ¡Pensé que iba a morir!

—Me estás haciendo arrepentirme de no matarte de nuevo —gruñó Alan—. Solo eras un señuelo.

—¡¿No pudiste explicármelo?! —le reclamo Concetta sujetándose el pecho para masajeárselo.

HEIRS OF THE RISING KINGDOMWhere stories live. Discover now