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Un pequeño gemido inundó la habitación, solo jadeos minuisiosos eran audibles por parte de él mayor.
El sudor de sus cuerpos recorría cada centímetro de ellos, la saladez era saboreada por los dos pero también la dulzura de los besos.
El dulce sabor a miel de sus labios se juntaban y formaban rimas, el rubio tenia el sabor de su contrario en el.
El de rizos solo le daba tiernos besos en el cuello, mientras ambos subían y bajaban, el placer de ambos era indiscutible se gustaban.
Cuando ambos ya estaban por llegar al clímax, se besaron una vez más, las caricias y halagos de sus bellezas no eran de esperarse.
El más alto salió de el rubio y se recostó a su lado, escondió su cabeza en el cuello de su contrario, podía escuchar su respiración algo agitada por el acto antes cometido.
- Aún queda mucho más por delante... - Por fin habló el rizado estremeciendo el delicado cuerpo de el ojiazul.
-Tu crees?... - Le gustaba poner a prueba a su esposo.
- Obviamente bonito, eres lo mejor que me ha pasado - El tono confiado de Brian hizo que el rubio se convenza de sus palabras.
-Te amo mucho - Volteo a verlo y lo beso apasionadamente.
Cómo le encantaba sus labios tan suaves, tan dulces, lo saboreaba con delicadeza y a la vez rudeza.
Brian mordía un poco suave los labios finos de Roger, mezclaba su lengua con la de él, saboreando cada centímetro de su cavidad.
Cuántas veces no han echo el amor o tubieron sexo apasionante? Ambos perdieron la cuenta de cuántas veces ambos tubieron aventuras. Tal vez si hubieran anotado las mañanas, tardes o noches de cuando entregaban sus cuerpos el uno a otro, hubieran gastado las hojas y lápices.
Roger se acomodo en el pecho de Brian, logrando que el calor sea más intenso, pero ambos estaban cansados, si lo hacían de nuevo tendrían que esperar recuperarse.
- Quiero pensar que jamás te alejaras - Cerro los ojos para poder descansarlos.
- No lo pienses, convencete de que nunca me iré de tu lado - Cuanto lo amaba.
-Bien pues... Regalame tu corazón y también tus labios los quiero besar y amar, con todo mi amor... - Volvió a abrazar el torso desnudo de Brian, el color rosado de sus pesones era delicioso para su vista.
-Creo que ya te los regale apenas te conocí... No lo olvides.- Beso una vez más al rubio - Sabes a vainilla - Roger se sonrojo, lo volvió a besar guardando después su rostro en el pecho de él contrario.
Eran como las 4 de la tarde, el sol bajaba sus rayos lentamente, la habitación se alumbraba a medida que los rayos solares bajaban hacia la ventana, el calor corporal de ambos se mantenía abrigando sus pieles para que el frío no los venciera.
Brian y Roger mantenían el abrazo que hace rato había sido formado entre besos y caricias hasta que el cansancio los ganara.
El amor de ellos dos perdura en sus corazones, dejando ser a su amor y forma de expresarlo, esperaban juntos que asi sea siempre.
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