Capítulo 27

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Eleven retrocede hacia atrás en el suelo, llorando y con miedo, mientras Billy está quieto y el Azotamentes grita tan fuerte que podría dejar sordo a cualquiera.

Eso aturde mi mente y casi me caigo al suelo, si no fuera porque estoy agarrada a la barandilla con fuerza.

-El...- murmuro, Steve me mira y también deja de tirar cohetes.

Una especie de brazo sale del Azotamentes y va directamente hacia Eleven, pero asombrosamente Billy se pone en medio y lo para con sus propios brazos.

Ahora sí, dejo de respirar y me llevo la mano a la boca para callar mis sollozos, me duele el corazón.

Billy grita, todos nosotros hemos dejado de atacar al bicho para presenciar la escena.

Él vuelve a gritar cuando es atacado por otro de los brazos del Azotamentes, y así vuelve a ser atacado por unos cuantos brazos más, la sangre que sale de su cuerpo y de su boca no es roja, es negra. El último brazo del Azotamentes va directo al corazón de Billy, acabando con su sufrimiento.

Pego un grito de dolor que se mezcla con el de Max.

-¡Billy!- grita Max, a pesar de que los dos se llevaban mal, estoy segura de que en el fondo de sus corazones se querían. Max nunca me lo ha dicho abiertamente, pero muchas veces se lo he notado.

Mike abraza a Eleven cuando Billy cae en su último aliento al suelo, Max va a por él y llora diciendo su nombre, El la consuela.

Apoyo mi frente en la barandilla al lado de mis manos, mi respiración y mi corazón están frenéticos. Suelto todo el aire que tenía retenido por la boca y me suelto de la barandilla para levantarme, pero estoy algo mareada.

Me desestabilizo y caigo hacia atrás, pero Steve es más rápido y me sujeta.

Caigo a la vez que el Azotamentes cae muerto al suelo. Eso solo significa una cosa: han cerrado el portal.

-Eh, eh, Lydia- dice Steve, pero su voz me parece que está muy lejos, Robin se acerca a nosotros y empiezo a ver borroso- ¡Lydia!

Unos helicópteros se escuchan encima de nosotros, y el barullo empieza cuando algunas personas armadas entran en el centro comercial, pero son los buenos, son americanos, no rusos.

-Lydia, no cierres los ojos- pide Robin.

-Lydia- Steve mueve mi cuerpo bruscamente pero cierro lentamente mis ojos y mis sentidos dejan de funcionar.

Cuando abro los ojos, estoy en mi casa, en mi cama tumbada. Me levanto confusa, mirando alrededor para saber si estoy viviendo esto de verdad o es un sueño, pero se ve muy real.

Salgo de mi habitación y del baño, lavándose los dientes, sale Jonathan.

-Mamá ha dicho que tiene algo que decirte, está en la cocina- dice pasando a mi lado para meterse en su habitación.

-Jo...- antes de decir su nombre completo, me doy la vuelta y me doy cuenta de que ha desaparecido. Eso o que se ha metido muy rápido en su habitación.

Decido ir a la cocina para hablar con mi madre, está sentada en una silla pero cuando se da la vuelta veo que está llorando.

-¿Mamá? ¿Qué pasa?- pregunto preocupada.

-Es Will...ha desaparecido- dice con la voz rota- Ve a buscarle, tráele de vuelta, por favor...- apoya su cabeza en la mesa y sigue llorando.

Asustada, corro hacia la puerta para salir en busca de mi hermano pequeño, pero cuando salgo al exterior todo está oscuro, unas extrañas partículas flotan en el aire y a mi alrededor el paisaje no es el mismo.

Delante de mí está Will, de espaldas a mí, con la misma ropa y edad que tenía cuando desapareció. Recuerdo que le llamaban el niño zombi, y algunos se metían conmigo por ser su hermana.

En el cielo hay una tormenta roja que ilumina todo, pero eso no es lo más aterrador, lo es la gran figura que hay entre las nubes, el Azotamentes. Sus largos brazos parecen humo negro, y ese humo se está metiendo en el cuerpo de mi hermano pequeño.

-¡Will!- grito corriendo desde el porche de nuestra casa hasta él, pero cuando quiero tocarle, desaparece y me caigo al suelo al no esperármelo.

Una risa grave hace que me de la vuelta en el suelo, aún sentada en él. A lo lejos, en la carretera, veo una silueta alta y fuerte, parece una persona pero cuando la tormenta ilumina nuestro alrededor, puedo ver que es una criatura extraña, no tiene apariencia humana pero su cuerpo tiene la misma forma que un humano real, aunque cubierto de una carne viscosa que brilla con la luz del cielo. Me mira fijamente, no tiene nariz, sus ojos son profundos y está sonriendo hacia mí. De algún sitio proviene una música y el sonido de un reloj.

Me levanto del suelo y corro hacia dentro de mi casa, donde todavía sigue siendo el Upside Down, y cierro la puerta, me apoyo unos segundos contra ella para intentar calmarme. 

Es entonces cuando me doy la vuelta y no puedo evitar gritar cuando la cosa esa está a pocos centímetros de mí, pero mi grito es amortiguado por su mano de dedos afilados, que se posa en mi cara.

Cierro los ojos con fuerza para no verle, para hacer que desaparezca, para creer que esto es una pesadilla y no es real.

Y eso es lo que pasa, cuando abro los ojos esa cosa ya no está. Abro la puerta de mi casa para mirar, ya no es el Upside Down.

Cuando me doy la vuelta, mi casa ha desaparecido, todo a mi alrededor es negro, parece una sala sin principio ni final, sin entrada ni salida. Doy un paso y caigo hacia abajo, hacia un aparente vacío que no se ve, grito y sigo cayendo, cierro los ojos y ya no hay más...

Solo vacío.

(3) Insecurities (Steve Harrington)Where stories live. Discover now