18| Respira y enfrenta las consecuencias

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—Juro que si no es porque creo que vas a romperte en cualquier momento te golpearía, pedazo de mierda —golpea levemente mi hombro—. ¿Por qué siempre haces eso? ¿No somos amigos? No tienes que contarme nada que no quieras, pero al menos un "sigo vivo deja de joder" me hubiera aliviado.

Pese a que me siento avergonzado y culpable no aparto la mirada. Asiento con la cabeza de nueva cuenta y dudo antes de abrir la boca. No estoy seguro de que una disculpa vaya a compensarlo, ni tampoco sé si deba decirla, pero en verdad me siento muy avergonzado con él. Sobre todo porque él no ha hecho nada que haya merecido mi indiferencia. Cada vez más confirmo que soy un asco de amigo.

—Tienes razón. Lo siento mucho.

Se escucha como una disculpa forzada, pero no la es, aunque voy a entender si él siente que es así. No sé qué más debería decirle, ya la arruiné una vez y me disculpó por mi error, pero el caso no es que yo continúe disculpándome, sino que deje de portarme como un idiota, ¿qué caso tiene que él vaya a disculparme si sigo siendo un imbécil?

Muerdo mi mejilla interna y pellizco la palma de mi mano mientras espero otra reacción de su parte. David relaja la forma en la que me ve y bufa.

—Y tú tienes suerte de que seas el único amigo que tengo en el equipo y que sea fiel creyente del "la venganza nunca es buena, mata el alma y la envenena" —menciona con orgullo y yo asiento, aún avergonzado. Termina por bajar sus últimas defensas y hace el intento por sonreírme—. Solo estaba siendo dramático, en realidad me alegra mucho ver tu horrible cara por estos pasillos.

Contengo el impulso que tengo de rodar los ojos y esbozo una sonrisa.

—¿Te he dicho ya que eres uno de los mejores amigos que puedo tener?

—No estoy tan enojado como para que me mientas.

—No te estoy mintiendo.

—Por favor no me digas que tienes una enfermedad terminal —dice, horrorizado.

—¿Crees que pasaría lo poco que queda de mi vida hablando contigo si así fuera?

—Buen punto. Entonces es la culpa la que te hace decir esas locuras.

—Puede ser, aunque eso no quita que te considere uno de mis mejores amigos.

—Awww, gracias, tú no lo eres para mí, pero gracias.

Ahora sí es inevitable que no ruede los ojos y ambos reímos. ¿Por qué no le había respondido antes a este tonto? Sin duda hubiera hecho que me riera un poco en los días donde no me aguantaba ni a mí mismo. Nuestra risa no se prolonga por mucho tiempo, pero dura lo suficiente como para que me genere cierta sensación de alivio. David no me odia, eso es bueno. Ya no quiero alejar a las pocas personas que quiero.

—En verdad lamento no haberte escrito —intento disculparme tras unos segundos de silencio—, necesitaba mi espacio y no quería enfrentar lo que pasó en la cancha y...

—Está bien —interrumpe—, no tienes que decirme nada, te entiendo, también debí ser muy intenso con los mensajes y debí de haberle bajado un poco, necesitabas espacio, siempre te he dado tu espacio, pero la preocupación no me dejó al inicio, de todas maneras, estaba un poco tranquilo después de que le hablé a tu novio. Me dijo que estabas bien así que eso me alivió.

No sé qué me sorprende aún más, que me haya perdonado o que haya hablado con Oliver, es decir, ¿en qué momento lo hizo? ¿Por qué Oliver no me dijo nada?

—¿Hablaste con Oliver?

—Le escribí en Instagram y le dije que me dijera si pasaba algo malo. Estaba preocupado, entiéndeme —admite con un poco de vergüenza—. De hecho, todos estaban preocupados.

Una maldita confusiónWhere stories live. Discover now