Veintiocho

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Una semana después

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Una semana después

Brais

Ha pasado una semana desde aquel incidente con el ken de cajeta, hasta le facha he pagado cada uno de sus gastos médicos, no hemos tenido ningún encuentro en especial, pero si puedo señalar que cada vez que el rubio me ve lo hace cargado de odio algo que particularmente disfruto, creyó poder quedarse con mi chica, pero ya le dejé muy claro que es mía y de lo que soy capaz de hacer con tal de protegerla, de hecho, ni lo pensaría dos veces si tengo que ponerlo en su lugar una vez más.

Por otro lado, mi relación con mi hadita cada vez se hace más cercana, hacemos prácticamente todo juntos, especialmente en el pasado ese tipo de comportamiento me molestaba, amaba mi soledad, pero con Pyper todo es diferente, ella me hace ser otra persona y me ha permitido conocer ese lado mío que no conocía, uno lleno de ternura, atención y posesión algo que solo ella despierta en mí.

Suelto el humo del cigarro y tiro la colilla al suelo aplastándola con mi bota, dejo atrás mis pensamientos, ajusto mi chamarra y camino al interior del auditorio.

Ya Pyper debe haber terminado su práctica, así que me dirijo directamente a los vestidores.

Una vez entro al lugar puedo escuchar la voz de la rubia entonando una de esas músicas que tanto le gustan, su voz es hermosa, cautivado camino en dirección a las duchas que es donde proviene su canto de sirena.

Mis pies se detienen a una distancia prudente, de donde se encuentra, mis ojos de inmediato admiran su cuerpo húmedo por la lluvia artificial que viaja por cada una de sus curvas haciéndome sentir envidia por unos momentos en los que deseo ser yo quien recorre con la lengua cada recoveco de su piel nívea.

Es preciosa.

Puedo sentir como mi polla se tensa bajo la tela de los pantalones cuando se gira con los ojos cerrados dejándome una vista perfecta de su pequeño coñito y sus tetas adornadas con esos artes que solo me incitan a querer jugar con ellos.

Despacio y con cautela me quito las, botas al igual que el resto de mi ropa, sé que no es el lugar propicio para tomarla, pero las ganas de follarla me superan, su cuerpo es un imán para el mío, además amo sentir la adrenalina recorrer mi cuerpo con la expectativa de ser encontrados en plena faena lo que me resulta sumamente excitante.

Paso la lengua lentamente por mi labio inferior, una vez la rubia me da la espalda, mi falo palpita ante la imagen de su culo respingón ese que en varias ocasiones lo ha acogido dentro de el experimentando un placer inigualable.

He follado el culo de tantas mujeres que con exactitud no podría dar una cifra de cuantas han sido, pero ninguna me ha hecho sentir lo que mi hadita ha logrado, no es solo sexo, es entrega, son sentimientos que afloran cada vez que estoy con ella.

Estoy jodido lo sé.

—¿Puedo unirme a la ducha? —mi voz suena ronca dejando en evidencia mi excitación.

La Chica De Las Zapatillas RosasWhere stories live. Discover now