Uno

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Pyper

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Pyper

Apago la alarma del celular por segunda vez y me estiro sobre la cama como si de una gatita desperezándose se tratará, el recuerdo de como mi padre me despertaba cada mañana para que fuera la colegio invade mi mente haciéndome sonreír con nostalgia, porque ya no vendrá a levantarme con sus acostumbradas cosquillas y sobre todo por no estar en esta etapa de mi vida.

Papá esperaba con ansias verme en la universidad y cómo me convertiría en una gran bailarina, pero el destino tenía otros planes para nosotros uno donde el no estaría para apoyarme en cada caída, consolarme cada vez que me rompieran el corazón y tal vez solo tal vez caminar de su mano mientras me entregaba al que alguna vez llegue a ser el amor de mi vida.

Ha pasado casi un año desde que sus hermosos ojos azules no están allí para mirarme con calidez y cariño cada vez que necesite un consejo, en cambio pues tengo a mi madre que se ha vuelto tan dura y fría desde que papá no está a nuestro lado.

De hecho, el mudarnos fue idea suya, pidió traslado de Greenville a Columbia ya que según ella no soportaba más estar en nuestra antigua casa con tantos recuerdos y un vacío que no hemos podido llenar una con la otra.

Así que aquí estoy ansiosa por iniciar una nueva vida, conocer personas nuevas y alcanzar mis sueños, de hecho, todas mis cosas ya están en la residencia en la que viviré todo el año, pero decidí pasar una última noche acompañando a mamá a pesar de que no tenemos una relación convencional de madre e hija, no puedo evitar preocuparme por ella y sentir que de alguna u otra manera le haré falta, aunque sea para discutir.

Dios cuanto extraño mi niñez, cuando todo era un cuento de hadas, papá era mi héroe y mamá era lo que debía ser una madre.

Me pongo de pie al fin dejando atrás todos los pensamientos que agobian mi mente, la vida sigue y yo debo continuar cumpliendo con mis sueños y metas tal cual se lo prometí a papá.

Me quito toda la ropa depositándola en el tacho de ropa sucia y avanzo hasta el baño donde tomo una ducha relativamente corta, eso me pasa por andar de perezosa y no levantarme cuando debía.

Termino de asearme con rapidez y procedo a vestirme, unos jeans largos rasgados, una blusa negra con un signo de interrogación en el medio donde pone ¿Who?, amarro mi cabello en una coleta alta, maquillaje sencillo, brillo de labios y mis amadas converse rosas que van a juego con mi hermoso auto un escarabajo rosa chillón que me regaló papá cuando cumplí 18 años mi tesoro más grande.

Le doy un último vistazo a mi habitación y me miro en el espejo lanzando un beso a mi reflejo junto a un guiño, tomo mi mochila y salgo del lugar rumbo a la cocina donde seguramente debe estar mi madre.

—Buenos días—canturreo en cuanto veo a mamá sentada en un banco junto a la encimera con la típica taza de café en sus manos.

—Buen día Pyper—saluda.

La Chica De Las Zapatillas RosasWhere stories live. Discover now