Diecisiete

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Phía

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Phía

Termino de ajustar las agujetas de mis zapatillas y me levanto de la cama, acercándome al espejo de cuerpo entero que hay dentro de la habitación.

El reflejo me devuelve la imagen de una mujer hermosa, aunque bajo mis ojos se noten las ojeras que tengo por no dormir bien anoche aparte del pequeño enrojecimiento en ellos.

Todo por estar pensando en el maldito de Brais Baxter, jamás me había tratado de la manera que lo hizo ayer, pero su desprecio le saldrá caro. No pienso dejar que pase de mí y me deseche como un trapo que no sirve, mucho menos que se crea con el derecho de cambiarme por la estúpida esa.

Jodida Pyper.

Que ni crea que le dejaré el camino libre para que se quede con lo que tanto tiempo me ha costado conseguir, Brais es mío y no pienso permitir que una aparecida lo aparte de mi lado como si nada.

Han sido años de soportarle sus humores de mierda, sus frustraciones y muchas las ocasiones en las que lo he consolado, abriéndome de piernas para él, nadie puede borrar el hecho de que de alguna manera soy especial para el moreno, después de todo soy la única chica que lo ha tenido enterrado en el coño.

Además, el pelinegro es el boleto seguro para sacar a mi familia de la quiebra en la que estamos a casi nada de caer.

Tomo las llaves de mi auto y mi celular en el que veo la hora, salgo de la habitación dirigiéndome a paso ágil a la entrada del edificio, ya fuera diviso mi auto al que me que me acerco, subo y arranco con rumbo a hacerle una visita a la zorra esa antes de su presentación para desearle toda la suerte del mundo.

Se va arrepentir te haberse cruzado en mi camino.

Avanzo con sigilo, observando en todas direcciones para asegurarme que nadie me vea mientras camino por el largo pasillo que da a los vestuarios del gran auditorio

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Avanzo con sigilo, observando en todas direcciones para asegurarme que nadie me vea mientras camino por el largo pasillo que da a los vestuarios del gran auditorio.

Esa pequeña entrometida me pagará cada una de las lágrimas que derrame ayer por causa de Brais y su maldita obsesión con esa niña, que nunca podrá darle lo que yo le doy.

La Chica De Las Zapatillas RosasWhere stories live. Discover now