-Día 28-

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La noche en la playa, en todos los años que había estado con Guillermo nunca lo vio tan roto, nunca lo había visto sin ganas de sonreír. Muchas veces lo vio llorar desconsoladamente pero nunca de una manera tan desesperada pero tan silenciosa. Y todas las palabras que habían soltado sus labios, las había tenido atoradas todo el tiempo que nunca se dio cuenta lo que había dicho. Realmente lo amaba, al menos de eso estaba convencido.

No quería que Guillermo se enfermara mas, porque un que el negara cualquier problema sobre él, sus cuerpo y su actitud lo delataban, se veía enfermo, tan enfermo que no podía creer que el estuviese de ese modo.

Samuel había dormido en el sofá, Guillermo quería evitar cualquier contacto físico o emocional con Samuel y le pidió que durmiera en otro lugar. Quería ser frió, no quería seguir siendo el juego de Samuel, ya no sabia que creerle, si realmente lo amaba o solo lo decía para despues volverla a crear el mismo daño.

Zeus ayudo a Samuel a preparar el desayuno, por lo menos le ayudo a servir leche para el cereal y Zeus, se sentía triunfante. Le gustaba ayudar.

Zeus vio, a escondidas como Samuel le imploraba a Guillermo que comiera, lo hacia sentir mal, no sabia la razón pero eso le causaba.

Le imploro a Guillermo que comiera algo, le preparo algo realmente ligero, tenia que recuperar peso. Guillermo se negó de muchas forma, pero Samuel no aceptaría eso. Le daba la comida en la boca, le repetía que comiera, que no lo hiciera por él, que lo hiciera por Zeus.


-Guillermo, él todavía te necesita.


De cierto modo lo chantajeaba con su hijo. Zeus podía parecer alguien auto suficiente, alguien que podía hacer las cosas soló pero como todo niño, necesitaba de su familia.

El día no era nublado, los rayos de sol se colaban por las cortinas y hacían la habitación mas cálida. Samuel paso la mano por los nudillos de Guillermo cuando este volvía a dormir. Estaba frió, lo suficiente para hacer que Samuel le diese un escalofrió llegando hasta la cabeza. Lo arropo, le ayudo a ponerse otra prenda mas abrigadora. Quizá si era solo un resfriado. Pero eso Samuel ya no podía tragárselo.

Zeus había asistido a clases, la muestra estaría al tanto de él, no estaba bien ni física ni emocionalmente pero no podía seguir faltando a la escuela por culpa de los problemas de sus padres. Porque claro, Zeus sabia que Guillermo se estaba muriendo, pero mantenía esos pensamientos positivos. Él no se iba a morir.


Samuel, no quiso esperar mas y llamo a Estefania, la iría a visitar despues de trabajo. Los compañeros no ayudaban mucho, hacían el ambiente mas denso y Samuel no podía lidiar con todo.


Durante el camino, pensó en las palabras que diría, tampoco quería escuchas mas llantos. ¿Como se lo tomaría? ¿Estaba haciendo lo correcto?


No pudo evitar pensar en aquella idea de una familia feliz que había idealizado con Guillermo, donde no existirían las peleas y nunca se harían daño el uno al otro. Sus manos temblaban, era el nerviosismo de tener que enfrentarse a Estefania. El volante le resbalaba por las manos. La noche anterior, la había dejado plantada y no había sabido nada de ella. ¿Y si le había sucedido algo?

Claro que se preocupaba por ella, habían intimado muchas veces, y quizá también la quería. Pero no sabia como, ni en que forma.


Sus manos pasaban por su rostro hasta su cabello y comenzaba a sentir las lagrimas, intentaba con todas sus fuerzas retener ese llanto. Pero no pudo. Detuvo el auto y intento tranquilizarse pero había sido en vano.

Un Mes. -Wigetta. Où les histoires vivent. Découvrez maintenant